Profesionalismo médico: Conjunto de principios éticos y deontológicos, valores y conductas que sustentan el compromiso de los profesionales de la medicina con el servicio a los ciudadanos, que evolucionan con los cambios sociales y que avalan la confianza que la población tiene en los médicos.
OMC
En torno al profesionalismo y a la atención sanitaria, otra de las iniciativas destacables en los últimos años a nivel internacional, ha sido la “Propuesta de marco ético común para todos los agentes sanitarios”, una declaración de principios éticos comunes para quienes configuran y prestan la asistencia sanitaria, elaborada por un amplio grupo de prestigiosos profesionales, reunidos por la British Medical Association con el nombre de Tavistock Group, que recoge una serie de principios fundamentales en los que deberían basarse los sistemas sanitarios:
Pero, contrariamente a lo que cabría suponer, éste no es un asunto pacífico...
1. La asistencia sanitaria es un derecho humano.
2. La salud de la persona está en el centro de la asistencia sanitaria, pero debe considerarse y practicarse dentro de un contexto global de trabajo continuo para generar los mayores beneficios sanitarios posibles para los grupos y la población.
3. Entre las responsabilidades del sistema sanitario figura la prevención de la enfermedad y el alivio de la incapacidad.
4. Es un imperativo de quienes trabajan en el sistema de asistencia sanitaria la cooperación entre sí y con aquéllos a quienes sirven.
5. Todas las personas y grupos implicados en la asistencia sanitaria, ya proporcionen acceso o servicios, tienen la obligación permanente de contribuir a la mejora de su calidad.
6. Seguridad de los pacientes: Primum non nocere.
Las principales referencias bibliográficas son la siguientes:
Berwick D, Hiatt H, Janeway P, Smith R. An ethical code for everybody in health care.
Smith R, Hiatt H, Berwick D. Shared ethical principles for everybody in health care: a working draft from the Tavistock Group.
BMJ 1999;318(7178):248-51.
Berwick D, Davidoff F, Hiatt H, Smith R. Refining and implementing the Tavistock principles for everybody in health care.
BMJ 2001;323:616–20 Pero, contrariamente a lo que cabría suponer, éste no es un asunto pacífico...
En relación con el nuevo Código de Deontología Médica de la OMC (y como también resultaba previsible), algunos grupos han manifestado ya sus reservas y oposición en torno a determinados aspectos relacionados con la objeción de conciencia:
El Pleno de la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Toledo decidió impugnar el nuevo Código ya que a su juicio «no se permitió una discusión libre en un tema tan importante como éste y no se tuvieron en cuenta algunas de las alegaciones presentadas», por lo que se acordó presentar ante la OMC un recurso administrativo, «ad cautelam», frente al artículo 55, puntos 1 y 2, del citado código deontológico, y pedir la suspensión de la ejecutividad de dichos preceptos. Así lo recogió la prensa local.
También cierta Comisión Deontológica de la asociación “Ginecólogos por el Derecho a Vivir” ha dado a conocer una declaración en la que denuncia “los defectos y la opacidad” en la tramitación del Código. Asimismo, pone de manifiesto las que considera ambigüedades y contradicciones de su articulado en aspectos éticos fundamentales, por lo que insta a los representantes colegiales a que impugnen el texto “para evitar mayores conflictos y reparar el daño causado”.
A pesar de todo, como han señalado muy acertadamente José Ramón Repullo y José Manuel Freire, se trata de un paso en la regeneración ética de la práctica de la medicina: “...el nuevo código ha encontrado un camino para ensanchar el espacio de encuentro y consenso, que también manda señales de capacidad de diálogo y de construcción de un discurso común desde la diversidad.”
Muy en la línea de los citados principios profesionales formulados hace ya unos años a nivel internacional, y de algunos documentos anteriores de la propia OMC como:
el nuevo Código viene a recoger un conjunto de principios esenciales de la profesión médica que deben traducirse en una serie de actitudes, responsabilidades y compromisos básicos. Entre ellos cabría destacar:
…el fomento del altruismo, la integridad, la honradez, la veracidad y la empatía, esenciales para una adecuada relación asistencial.
…la mejora continua en el ejercicio profesional y en la calidad asistencial, basadas en el conocimiento científico y la autoevaluación.
…[el mantenimiento] de la confianza social, mediante la transparencia, la aceptación y corrección de errores y conductas inadecuadas y una correcta gestión de los conflictos.
¿Alguien cree de verdad que, con los tiempos que corren, no son éstos valores o compromisos que deben explicitarse y merecen ser explicados y destacados ante los ciudadanos y la sociedad?
Para la Fundación Educación Médica (ver: "El médico del futuro" , enero 2009), el perfil profesional del médico del futuro es el de un médico que trate enfermos, no enfermedades, con actitud crítica, comunicador y empático, responsable individual y socialmente, que tome buenas decisiones para el paciente y para el sistema, que sea líder del equipo asistencial, competente, efectivo y seguro, honrado y confiable, comprometido con el paciente y con la organización y, en definitiva, que viva los valores del profesionalismo.
En una breve monografía sobre la excelencia en las profesiones sanitarias (Fundación Humanitas nº 21, nov 2007), la catedrática de filosofía Victoria Camps, que actualmente forma parte del Comité de Bioética de España, señalaba que todos los sanitarios que busquen la excelencia en su desempeño profesional deberían adquirir y cultivar las siguientes virtudes:Por eso, con ser importantes, no podemos quedarnos solo en las palabras…
· Benevolencia,
· Respeto
· Cuidado
· Sinceridad
· Amabilidad
· Justicia
· Compasión
· Integridad
· Olvido de uno mismo (self-effacement)
· Prudencia
Las personas, los profesionales y trabajadores de las organizaciones sanitarias son su principal activo y el corazón del sistema sanitario. Son ellos quienes, mediante su trabajo en equipos, redes, grupos o comunidades de interés, dan forma y hacen posible la base cultural de una organización compleja, basada en el conocimiento y que debe crecer mediante la innovación y el aprendizaje continuos.
Pero recordemos que “con respecto a la virtud, no basta con conocerla, sino que hemos de procurar tenerla y practicarla, o intentar llegar a ser buenos de alguna manera.” (Aristóteles, Ética a Nicómaco)
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