Basílica franciscana de la Santa Croce, en Florencia
La medicina ha avanzado tanto que ya nadie está sano.
Aldous Huxley
En Medicina un Síndrome (del griego συνδρομή syndromé, concurso), comprende una serie de síntomas y signos que existen a un tiempo y definen clínicamente un estado morboso determinado. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define como el “conjunto de síntomas característicos de una enfermedad” (DRAE, 22ª edición). Finalmente, según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, de la Asociación Americana de Psiquiatría, se trata de una “agrupación de signos y síntomas basados en su frecuente concurrencia, que pueden sugerir una patogenia, una evolución, unos antecedentes familiares o una selección terapéutica comunes”. (DSM IV, 2004).
El Síndrome de Stendhal (también denominado Síndrome de Florencia), es una [supuesta] enfermedad psicosomática que por lo general se manifiesta a través de un episodio que provoca una elevación del ritmo cardíaco, vértigo, confusión, e incluso alucinaciones, cuando el individuo está expuesto a una “sobredosis” de obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente hermosas o se muestran en gran número en un mismo lugar.
El epónimo procede del seudónimo del conocido escritor francés del siglo XIX Henri-Marie Beyle, Stendhal, autor de “Le Rouge et le Noir”, y “La chartreuse de Parme”, quien hizo una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en su visita, el 22 de enero de 1817, a la Basílica de la Santa Croce en Florencia, y que publicó en su diario de viaje “Roma, Napoli et Firenze. Journal d’un voyage de Milan a Reggio”.
Más allá de su incidencia clínica como posible enfermedad psicosomática, el síndrome de Stendhal se ha convertido en un referente simbólico de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico y estético. La crisis se manifiesta con ansiedad repentina, sensación de ahogo y pérdida de todas las referencias espaciales:
“Sentado en un banco del púlpito de la iglesia desde donde podía contemplar el techo con la Virgen y las sibilas, su visión me proporcionó el mayor placer estético que había alcanzado hasta entonces en mi vida. Se me produjo una especie de éxtasis con la idea de encontrarme en Florencia y en la proximidad de unos hombres tan ilustres, [en la basílica están enterrados Dante, Miguel Ángel, Galileo y Maquiavelo, entre otros] llegando a alcanzar un estado emocional que nunca antes había sentido y que solamente es posible alcanzar con una satisfacción pasional. Noté que mi corazón latía apresuradamente, como si la vida se fuese alejando de mí. Salí de la iglesia y anduve unos pasos con miedo a caerme, por lo que me senté en un banco en la plaza de La Santa Croce para que me diese el aire fresco, con lo que volví a la normalidad”.
Aunque ha habido muchos casos de gente que ha sufrido vértigos y desvanecimientos mientras visitaban Florencia, especialmente en la Galleria degli Uffizi, desde el principio del siglo XIX en adelante, no fue descrito como un síndrome hasta 1989, cuando la psiquiatra y psicoanalista italiana Graziella Magherini observó y describió más de 100 casos similares entre turistas y visitantes de Florencia, la cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él.
El libro publicado (Magherini, G. Síndrome de Stendhal. Ed. Espasa Calpe; Madrid, 1990) fue fruto de la observación de muchos años como psiquiatra a cargo del Servicio de Salud Mental del Hospital de Santa María Nuova de Florencia. Los turistas extranjeros llegaban al servicio de urgencias y, con frecuencia, los pacientes presentaban una descompensación mental aguda que se manifestaba en episodios súbitos y llamativos, cuyo estudio revelaba una estrecha relación con el viaje a la ciudad del arte.
La Dra. Magherini distinguió tres “tipos sindrómicos”: en un 66% de los pacientes identificó trastornos predominantes del pensamiento; en un 29%, trastornos predominantes de los afectos, y en un 5%, crisis de pánico o proyecciones somáticas de la angustia.
De acuerdo con la interpretación psicoanalítica de la Dra. Magherini, existirían dos facilitadores del síndrome. Por un lado, el estar ante la obra original, con la connotación y el significado que dicha obra o el autor pueden tener para el sujeto y, por otro lado, el hecho de que no exista una red simbólica que atenúe la experiencia, de ahí que los afectados sean siempre extranjeros. De esta manera, donde debería sentirse placer al contemplar la belleza, desaparece la función estética debido a la alteración del “marco fantasmático” del sujeto. Es decir, que el significante que debería sostener la significación fálica, se colapsa en función de su significación y se convierte en una presencia real.
La observación de los casos particulares ha permitido comprobar que durante la crisis aparecen historias de vida de la realidad psíquica profunda y despierta la vitalidad personal de la esfera simbólica. El viaje se convierte así en una oportunidad para el auto-conocimiento.
Los casos descritos se observaron en la práctica clínica ambulatoria. La referencia a Stendhal pretende hacer hincapié en que este tipo de viaje es un factor importante para la presentación de la crisis. Es una situación que el escritor y diplomático francés, distinguido fundador y prototipo de la figura romántica del turista viajero moderno, gran admirador del arte, describe con fascinación en algunas páginas de sus diarios.
Un buen número de psicólogos apuntan que este síndrome se produciría, al parecer, como consecuencia de la saturación de la capacidad humana para recibir impresiones de gran belleza artística en poco tiempo. No obstante, existen otros especialistas que no están tan convencidos de su existencia. Lo cierto es que el Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM IV) no recoge esta patología.
Algunas de las referencias publicadas, que se pretenden más “serias” serían las siguientes:
· Edson José Amancio E. Dostoievsky and Stendhal’s Syndrome. Arq Neuropsiquiatr 2005;63(4):1099-1103
El artículo comenta que el síndrome de Stendhal se produce entre los viajeros cuando se encuentran ante obras de arte de gran belleza. Se caracteriza por una percepción alterada de la realidad, trastornos emocionales y crisis de pánico y ansiedad con somatización. [Como ya se ha comentado antes] el perfil de los pacientes de este síndrome se describió originalmente entre individuos particularmente sensibles, admiradores de obras de arte: artistas, poetas, escritores y estudiantes de arte, entre otros. Según el autor, el escritor ruso Fiódor Mijáilovich Dostoievski sufría de epilepsia y habría evidencias (!) de que presentó los síntomas del síndrome de Stendhal al contemplar algunas obras de arte, en particular al ver la obra maestra de Hans Holbein, Cristo muerto, durante una visita al museo de Basilea, en Suiza.
Holbein: Cristo muerto (detalle)
· Nicholson TRJ, Pariante C, McLoughlin D. Stendhal syndrome: a case of cultural overload. BMJ Case Reports 2009; doi:10.1136/bcr.06.2008.0317
En este artículo del British Medical Journal los autores describen el caso de un artista anciano que desarrolló una psicosis paranoica transitoria durante un viaje turístico-cultural a Florencia, ciudad de gran significado emocional especial para él. Desde entonces, ha tenido varias recaídas leves de las que rápidamente se ha recuperado.
· Guerrero AL, Barceló Rosselló A, Ezpeleta D. Síndrome de Stendhal: origen, naturaleza y presentación en un grupo de neurólogos. Neurología. 2010;25(6):349-356
Este trabajo, realizado a partir de una encuesta a 48 neurólogos que visitaron Florencia con motivo de un curso de Neurohistoria, mostró que ninguno sufrió el Síndrome. Sin embargo, “un significativo número de ellos experimentó alteraciones parciales del afecto y uno de cada cuatro reconoció haber presentado una forma parcial del síndrome”. Lo más interesante del artículo es el recorrido que lleva a cabo sobre la concepción del viaje a lo largo de la historia y las vivencias del propio Stendhal y otros viajeros fascinados por objetos artísticos y lugares de singular belleza. Los autores revisan también algunas de las (supuestas) explicaciones (?) psicoanalíticas, biologicistas y reduccionistas de la percepción artística. En su opinión: “si conocemos la respuesta de nuestro cerebro ante el arte, podemos llegar a entender mejor su funcionamiento”.
En la XVI Sesión Científica de la Real Academia de Medicina del 19 de mayo de 2009, el Dr. Oscar Valtueña Borque dictó la conferencia ¿Existe realmente el Síndrome de Stendhal? en la que sostiene que el supuesto síndrome no deja de ser una (ingeniosa) invención de la doctora Magherini, que ha sido ampliamente utilizada, y a la que –en un mundo dominado por la imagen- se recurre en numerosas ocasiones: desde el marketing publicitario y comercial (véase si no, un conocido anuncio del Audi A8 de hace unos años), hasta el cine (con una película del mismo título rodada en 1996 por el director italiano Dario Argento), o la televisión.
El Dr. Valtueña aventura una hipótesis plausible al famoso episodio de Stendhal (probablemente una subida pasajera de la tensión arterial) y se pregunta por qué la Dra. Magherini no cita a uno de los más distinguidos biógrafos del novelista francés, el también escritor Stefan Zweig. Este, afirma que Stendhal es un notable impostor: “Son pocos los escritores que hayan mentido tanto a sus lectores y más se hayan burlado del mundo como lo hizo Stendhal, con su innato placer de deslumbrar y su inclinación a la falsedad desde dentro de sus muros del puro fingimiento”.
De cualquier manera el Síndrome de Stendhal se ha convertido en una expresión del vocabulario común para describir una determinada sensación de malestar ante una obra de arte. El nombre ha llegado a ser una expresión que ha encontrado fácil acomodo en el lenguaje coloquial y periodístico. Sirva como ejemplo: Guardiola y el síndrome de Stendhal.
En todo caso, Florencia es una ciudad hermosísima y, tras pasar unos días en ella, resultaba inevitable hacer alguna referencia a este asunto…
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