Charles Dickens c. 1860
“Mirar lo que se tiene delante de los ojos requiere un constante esfuerzo”
George Orwell
Se conmemora el bicentenario del gran novelista Charles Dickens (1812-1870) y los suplementos literarios de los periódicos se apresuran a divulgar la efeméride, a la que acompañan reediciones, biografías, sesudos y eruditos estudios que invitan a rendir con su lectura el mejor homenaje a uno de los más grandes narradores de la historia de la literatura.
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación".
Estas líneas, que bien podrían referirse a nuestra época actual, constituyen el comienzo de Historia de dos ciudades, una novela histórica ambientada en la época de la Revolución Francesa que Charles Dickens publicó en 1859.
Algo que también le hace estar de plena actualidad es su infatigable lucha contra la piratería de sus textos (en EEUU la ley protegía solo a los estadounidenses y los editores podían publicar a autores británicos sin pagar derechos). Fue un insuperable portavoz de las desigualdades y de la injusticia social. El mismo Marx escribió sobre Dickens que "había proclamado más verdades de calado social y político que todos los discursos de profesionales de la política, agitadores y moralistas juntos".
He aquí tres novelas de Charles Dickens cuyos títulos son un prodigio de síntesis y concisión y que por sí solos reflejan muy bien el difícil y sombrío panorama socioeconómico y profesional (también sanitario) en el que nos movemos:
Casa desolada (1852-53)
Tiempos difíciles (1854)
Grandes esperanzas (1860-61)
Este bicentenario es un buen momento para conocer algo más acerca de la frágil naturaleza humana, de las miserias y las injusticias… no solo las de la Inglaterra victoriana.
No obstante, aunque a algunos pueda resultarles paradójico, recordemos aquella aguda frase de Virginia Woolf en The Common Reader:
“…el único consejo que una persona puede darle a otra sobre la lectura es que no acepte consejos.”
Como complemento y actualización del post, el siguiente artículo de Benjamín Prado: http://elpais.com/elpais/2012/02/06/opinion/1328530742_563784.html
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