(Para Diego y Claudia)
Escribir es afrontar la muerte y aprender a vivir. Todo a la vez.
Sobre “Némesis” y 'en torno a Philip Roth'
A lo largo de los últimos treinta años, Philip Roth ha publicado más de 30 novelas y se ha convertido sin duda en uno de los más reconocidos, influyentes y reputados escritores norteamericanos (existe hasta una publicación periódica llamada Philip Roth Studies auspiciada por la denominada Philip Roth Society). Eterno candidato al premio Nobel, es probablemente el autor más premiado de su generación, habiendo conseguido el National Book Award en dos ocasiones, el National Book Critics Circle, dos premios del PEN Club, y un Pulitzer por su novela Pastoral americana en 1997. El crítico Harold Bloom lo considera como uno de los cuatro escritores norteamericanos vivos más importantes que todavía producen, (junto con Thomas Pynchon, Don DeLillo, y Cormac McCarthy).
En 2010 publicó Némesis una magnífica novela, que ha recibido excelentes críticas, tanto en Estados Unidos, -donde no siempre fueron bien recibidas sus obras-, como en el resto del mundo.
El premio Nobel J. M. Coetzee escribió un fascinante ensayo en el que pone en relación la novela de Philip Roth con la tragedia griega (On the moral brink. The New York Review of books. October 28, 2010. vol 57, num 16).
Némesis está ambientada durante el verano de 1944 en la comunidad judía de Newark, New Jersey, cuando se desata una epidemia de poliomielitis. Aunque no es la primera vez que ocurre, el número de víctimas mortales crece de forma alarmante (en ese año se produjeron 19.000 casos en todo el país), y comienzan a buscarse responsables: los italianos, las granjas de animales, los refrescos de una heladería, el idiota del barrio, la exposición de los chicos de la escuela a temperaturas excesivas en pleno verano.
Como recuerda Coetzee, la psicopatología de las poblaciones atacadas por enfermedades cuya transmisión no se comprende fue explorada por Daniel Defoe en su Diario del año de la peste, que pretende ser el diario de un superviviente de la peste bubónica que diezmó a Londres en 1665. Defoe registra todos los movimientos típicos de las comunidades afectadas por la peste: una atención supersticiosa a todos los signos y síntomas; vulnerabilidad a los rumores; estigmatización y aislamiento (cuarentena) de familias y grupos sospechosos; culpabilización de los pobres y los desamparados; el exterminio de toda clase de animales que son aborrecidos repentinamente (perros, gatos y cerdos); la separación de la ciudad en zonas sanas y enfermas, con una agresiva policía agresiva de fronteras y la desconfianza generalizada de todos por todos, que provoca un colapso general de los vínculos sociales.
La polio extiende el miedo, la desconfianza, la sospecha, la ira y el rencor. No se limita a enfermar el cuerpo, sus estragos también se reflejan en la miseria y en la podredumbre moral de una sociedad que se vuelve vulnerable y pierde la confianza en Dios, en la justicia o la misericordia para con sus semejantes. De esta manera, Roth convierte la polio en una metáfora que recuerda también –dice Coetzee- a La peste, de Albert Camus, en la que se nos advertía sobre los riesgos del fascismo, al que compara con un bacilo que puede permanecer “dormido”, pero que nunca se extingue por completo:
“…el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”.
En un agudo comentario sobre la novela, el crítico Rafael Narbona añade:
«Roth llega más lejos. El problema no es el fascismo. El problema es la condición humana. Nuestras exigencias morales son fantasías retóricas que se desmoronan cuando aparece el miedo. El pánico nos devuelve a un estado premoral. Roth no retrocede ante el reto de abordar una vez más la presumible bondad de Dios. Si Dios es bueno y omnipotente, ¿por qué permite la muerte de los inocentes? Cantor [el protagonista de la novela] opina que Dios actúa como un viejo estúpido y cruel. Sólo podría ser exculpado si no existiera. Ignoro si ha leído al filósofo judío Hans Jonas, que limita el poder de Dios, llegando a asegurar que no evitó el espanto de Auschwitz “porque no pudo”. Roth no contempla la posibilidad de un Dios impotente porque tal vez ambos términos le resulten incompatibles.
Némesis es una novela extraordinaria, donde Philip Roth demuestra su talento como narrador y su compromiso con los grandes temas de la literatura: el ser humano, la muerte, Dios, el mal, lo irracional, la tensión entre el individuo y la comunidad, la crueldad de la sociedad norteamericana, donde el mal parece una presencia permanente. Sería absurdo buscar la esperanza en estas páginas. El desenlace sugiere la intervención de la diosa Némesis, pero Roth no ha pretendido dibujar una fábula moral. No se restituye la justicia. Simplemente, se pone de manifiesto la tremenda vulnerabilidad del ser humano. Al final, todos naufragamos en el mismo infortunio.»
Cartel de cuarentena de poliomielitis
La poliomielitis es una enfermedad muy contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas. El virus penetra en el organismo por vía oral y se multiplica en el intestino. Los síntomas iniciales son fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolores en los miembros. Una de cada 200 infecciones produce destrucción de las neuronas motoras, lo que provoca una parálisis aguda fláccida irreversible (generalmente de las piernas), y de un 5% a un 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios.
Como en muchas otras enfermedades, durante mucho tiempo a lo largo de la historia apenas si podía hacerse nada salvo aplicar medidas paliativas y esperar su desenlace. Con suerte, la infección del virus de la polio se limitaba a atacar a unas pocas neuronas motoras provocando la parálisis permanente de las piernas o de los brazos. En los niños significaba no sólo una parálisis sino una deformidad progresiva de la extremidad. Los que tenían menos suerte veían como sus músculos respiratorios dejaban de funcionar y la muerte llegaba por una angustiosa asfixia en cuestión de minutos.
A partir del año 1928 los doctores Philip Drinker y Louis Shaw desarrollaron por primera vez un respirador artificial para hacer frente a las personas que presentaban esta parálisis respiratoria, el denominado “pulmón de acero”.
La mayoría de los casos de parálisis respiratoria ocurrían durante la fase aguda de la infección y en cuestión de unas semanas desaparecía y la persona podía volver a respirar normalmente. Gracias al pulmón de acero se podía lograr superar la fase de parálisis y la persona sobrevivía.
La poliomielitis afecta(ba) sobre todo a los menores de 5 años. No tiene cura, pero es prevenible mediante la vacuna antipoliomielítica que, administrada varias veces, confiere protección de por vida.
Pulmones de acero en el Hynes Memorial Hospital de Boston. USA, 1955
Jonas Salk desarrolló la primera vacuna contra la polio, que fue probada por primera vez en 1952, haciéndose público en 1955. La vacuna, elaborada a partir de virus inactivados, se administraba con una serie de tres a cuatro inyecciones para producir inmunidad frente a la enfermedad. Se probó en niños de las escuelas de los Estados Unidos en 1954, comprobándose que producía una tasa de protección de casi el 70%. Sin embargo, durante el primer año de la vacunación casi 200 participantes contrajeron la enfermedad y 11 murieron a causa de la vacuna inyectada. Estos desafortunados accidentes fueron resultado de un lote de la vacuna en mal estado.
Apenas cinco años más tarde, Albert Sabin desarrolló una vacuna oral contra la poliomielitis, a partir de virus vivos atenuados. En 1963, se autorizó la vacuna Sabin trivalente, convirtiéndose en la vacuna de elección en Estados Unidos y en otros países del mundo.
La ventaja que presentaba la vacuna Sabin era principalmente su vía de administración. Al vacunar a los individuos por vía oral se emula la infección natural por poliovirus salvajes, lo que permite que el virus atenuado proveniente de la vacuna se replique y genere una respuesta inmunológica a nivel intestinal, sin llegar a replicarse de forma eficiente en el tejido nervioso. Además, por la vía de administración de la vacuna Sabin se logra además una inmunidad colectiva o de grupo.
Seguramente el enfermo de polio más famoso fue el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt. En el verano de 1921, cuando tenía 39 años, fue atacado por la enfermedad. Su carrera política se vio interrumpida por la polio, que le hizo quedar parcialmente paralítico. Roosevelt se apartó de la escena pública durante un tiempo, lo que para muchos pareció el fin de la que hasta entonces era una brillante carrera. Sin embargo, en una gran demostración de coraje, luchó para recuperar el uso de sus piernas, especialmente a través de la natación, y en la Convención Demócrata de 1924 reapareció espectacularmente con unas muletas como "el guerrero feliz". En 1928 Roosevelt relanzó su carrera, convirtiéndose en gobernador de Nueva York, tras lo cual buscó la nominación demócrata para la Presidencia de los Estados Unidos en 1932, obteniéndola con bastante facilidad y lanzando así su candidatura. En marzo de 1933 se convirtió en el 32º Presidente de los Estados Unidos, manteniéndose en el cargo hasta 1945, tras ser reelegido en otras tres ocasiones sucesivas.
Explica Atul Gawande en uno de los capítulos de su libro “Mejor. Notas de un cirujano sobre cómo rendir mejor” que, cuando Albert Sabin publicó los excelentes resultados de su vacuna durante un brote de poliomielitis ocurrido en Toluca, Mexico, argumentó que su método podía utilizarse para eliminar la poliomielitis en países enteros, incluso en todo el mundo. El único dirigente que le tomó la palabra fue Fidel Castro. En 1962, los Comités de Defensa de la Revolución organizaron más de 80.000 comités locales para realizar una campaña de inmunización ‘puerta a puerta’ de una semana de duración utilizando la vacuna Sabin. En 1963, solo se produjo un caso de poliomielitis en Cuba.
A pesar de semejantes resultados, la estupenda idea de Sabin no se impuso hasta mediados de los años 80’s, cuando la Organización Panamericana de Salud puso en marcha una campaña para erradicar la poliomielitis en la región de las Américas. del planeta. Poco después, en 1988, la OMS lanzó la Iniciativa de erradicación mundial de la Poliomielitis.
Hace tres años la OMS-WHO elaboró un Plan Estratégico 2010-2012 para erradicar la enfermedad en los cuatro países que nunca habían podido detener por completo la transmisión (Afganistán, India, Nigeria y Pakistán). En el momento actual, (febrero de 2012) la poliomielitis sigue siendo endémica solo en tres países, en comparación con los 125 países endémicos que había en 1988. Esos tres países son Afganistán, Nigeria y Pakistán, pero está cerca el día en que seguramente se pueda declarar definitivamente erradicada la enfermedad...
En la jerga de la OMS “operación de limpieza” es sinónimo de “campaña orientada a inmunizar a todos los niños susceptibles de hallarse en contacto con un caso nuevo”. En el capítulo del libro antes citado, Atul Gawande cuenta una de esas operaciones en la que participó en la India, y presenta la erradicación de la poliomielitis como “…la demostración de lo que se puede conseguir con una atención diligente al detalle, cuando va unida a una gran ambición”.
El capítulo acaba con un diálogo en el que Gawande le pregunta a Pankaj Bhatnagar, pediatra de la OMS al que acompaña en su trabajo:
-¿Qué harás cuando por fin haya desaparecido la poliomielitis?
-Bueno, siempre podremos ir a por el sarampión.