Toda realidad ignorada, prepara su venganza.
José Ortega y Gassett (La rebelión de las masas)
Hablábamos ayer mismo en el SESCAM con Rafael Peñalver sobre el interesante artículo Qué funciona para el español que publicaba hace unos días en el diario El País José Juan Toharia, presidente de Metroscopia, uno de los más influyentes institutos privados de investigación de la opinión pública en España, dedicado a realizar estudios políticos y electorales, investigaciones sociales y también de mercado. Con ligeras adiciones, el texto ha sido incorporado casi con el mismo título a la página de blogs del periódico: Qué funciona bien (y qué no) según los españoles.
En la introducción al informe sociológico “Pulso de España 2 (enero 2011-mayo 2012)” también publicado recientemente, recuerda Toharia la cita de aviso que encabeza estas líneas, que Ortega incluyó en su ‘Epílogo para ingleses’ de La rebelión de las masas. Se hace eco de ella al señalar, muy oportunamente, que en democracia y sobre todo en tiempos de crisis, no hay realidad que resulte más arriesgado ignorar que la opinión pública. Importa mucho, por ello, conocer el estado de ánimo colectivo, el clima social, la opinión sobre las instituciones y los responsables públicos, el grado de pesimismo y de malestar, o de confianza y optimismo, y el nivel de aceptación o rechazo de los asuntos que son de todos.
En esencia, este artículo al que nos referimos da cuenta del último Barómetro de Confianza Social, que periódicamente lleva a cabo Metroscopia, y viene a decir que está aumentando el número de ciudadanos que expresan su desconfianza y recelo con respecto a las instituciones sociales más relevantes y con respecto a la clase política.
Lo que el Barómetro recoge, y aparece reflejado en el cuadro adjunto, es la imagen que se transmite de la medida en que el desempeño de las funciones de cada una de estas instituciones, grupos o figuras públicas es objeto de aprobación o desaprobación ciudadana, con el saldo diferencial entre quienes lo valoran o no favorablemente.
Transcribimos algunos párrafos del artículo, que nos parecen significativos:
(...) Lo primero que llama la atención es que los ámbitos institucionales que, por su desempeño profesional, obtienen los mayores niveles de aprobación resultan ser precisamente los que se están viendo más castigados por los recortes en el dinero público: es el caso de los científicos, de la enseñanza pública, de la Universidad o de la sanidad pública. En cambio, las instituciones financieras en general, que aparecen en el penúltimo lugar de la tabla, con un espectacular -77 puntos, son las que -siempre en bloque- han recibido mayores aportaciones públicas.
Como en oleadas anteriores, médicos, científicos, docentes, sanidad pública e instituciones protectoras (Policía, Guardia Civil, ONG y Cáritas) copan la cabecera del ranking, con abrumadores saldos aprobatorios.
Pero por más que el hecho de que los médicos, (¿por qué no preguntar mejor por los profesionales sanitarios?), y la sanidad pública en su conjunto o los funcionarios, se encuentren en los primeros lugares de la valoración ciudadana en esta encuesta, ello no debiera hacernos perder de vista a quienes trabajamos en el sector, algunas opiniones particulares que pueden ser muy críticas. Y si no, he aquí las líneas de un comentario que aparece en el blog de Metroscopia:
«Como extranjero que vive en España varios años, es interesante leer este tipo de encuesta, porque al venir de otro lugar y saber como funcionan las cosas en otro país, tengo una visión muy diferente de muchas cosas, por simple comparación. Por eso nunca entiendo el alto ranking que dan los españoles a los médicos. Es verdad que el tratamiento médico en España es de buena calidad, pero mi experiencia es que los médicos, como funcionarios, tratan a los pacientes con muchísima frialdad y desdén. No hay absolutamente nada de lo que llamamos 'cuidados de al lado de la cama'. En vez de eso, son bruscos, desagradables, te dan órdenes como si fueran militares y no muestran ninguna simpatía. Parece que no escuchan a los pacientes y mantienen mucha distancia. Estuve en el hospital y me quejé porque ningún médico me vino a ver en 4 días, y entonces vino el médico inmediatamente para gritarme por haberme quejado. En fin…»
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Al final del listado se encuentran quienes en todas las democracias ocupan la cola de este tipo de clasificaciones: los políticos. Es conocido que el desprestigio de la política y, sobre todo, de los políticos, viene manifestándose desde hace mucho tiempo en todas las encuestas. Pero resulta evidente que un sistema democrático no puede funcionar sin políticos; la democracia requiere de instituciones fuertes, eficaces y respetables y de una clase política en la que los ciudadanos puedan confiar por su competencia, capacidad, credibilidad y liderazgo. Hoy parece que no es así...
Las organizaciones que escuchan son las que tienen posibilidad de sobrevivir y/o crecer. Las que se tapan los oidos, o los cortan que es más grave, se convertirán en zombis andantes sin ningún valor añadido, o directamente desaparecerán. @manbayona
ResponderEliminarExacto, Manuel. Son algo así como organizaciones "desaferentadas"...
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