Sir Francis Bacon (1561-1626), primer Barón Verulam, Vizconde de St. Albans, canciller de Inglaterra, filósofo, político, abogado y escritor, está considerado como el padre del empirismo. Como es sabido, sus obras y su pensamiento ejercieron una decisiva influencia en el desarrollo posterior del método científico.
Además de sus obras filosóficas y políticas, los Essays (Ensayos o consejos civiles y morales) son seguramente sus trabajos literarios más ampliamente conocidos. (Aquí la edición de 1613, escaneada de un ejemplar de la universidad de Toronto, y aquí una edición de 1908). Los primeros diez ensayos, publicados en 1597, eran breves observaciones extraídas de su cuaderno de notas. Tuvieron un éxito inmediato, pero no fueron ampliados y vueltas a publicar hasta quince años más tarde. En 1612, publicó una segunda edición de treinta y ocho ensayos, y en 1625, publicó de nuevo los Ensayos en la forma en que actualmente los conocemos.
Con sus Ensayos Bacon contribuyó a desarrollar el género ensayístico en la prosa inglesa, siguiendo la estela original de Montaigne. Su estilo es en apariencia poco ornamentado, pero muy sugerente y de una gran capacidad aforística. La enorme popularidad que obtuvieron en su día deriva de su interés en abordar una gran variedad de temas comunes al ser humano: Sobre la venganza, la envidia, el amor, la sospecha, las innovaciones, la astucia, la ambición, la belleza, los viajes…
También escribió sobre la salud y la mejor forma de conservarla, es decir una serie de consejos y reglas agrupados en un regimen sanitatis: “Of Regimen of Health” (Del régimen de la salud), un breve ensayo escrito inicialmente para la edición de 1597, que fue ampliado en 1612 y revisado de nuevo en la de 1625. Sus recomendaciones son aún hoy día una muestra, no ya de conocimiento, sino de perspicacia, sentido común, capacidad de observación y auténtica sabiduría. Su lectura sigue siendo una auténtica delicia. Este es el texto original:
“There is a wisdom in this; beyond the rules of physic: a man's own observation, what he finds good of, and what he finds hurt of, is the best physic to preserve health. But it is a safer conclusion to say; this agreeth not well with me, therefore, I will not continue it; than this, I find no offence of this, therefore I may use it. For strength of nature in youth, passeth over many excesses, which are owing a man till his age. Discern of the coming on of years, and think not to do the same things still; for age will not be defied. Beware of sudden change, in any great point of diet, and, if necessity enforce it, fit the rest to it. For it is a secret both in nature and state, that it is safer to change many things, than one. Examine thy customs of diet, sleep, exercise, apparel, and the like; and try, in any thing thou shalt judge hurtful, to discontinue it, by little and little; but so, as if thou dost find any inconvenience by the change, thou come back to it again: for it is hard to distinguish that which is generally held good and wholesome, from that which is good particularly, and fit for thine own body. To be free-minded and cheerfully disposed, at hours of meat, and of sleep, and of exercise, is one of the best precepts of long lasting. As for the passions, and studies of the mind; avoid envy, anxious fears; anger fretting inwards; subtle and knotty inquisitions; joys and exhilarations in excess; sadness not communicated. Entertain hopes; mirth rather than joy; variety of delights, rather than surfeit of them; wonder and admiration, and therefore novelties; studies that fill the mind with splendid and illustrious objects, as histories, fables, and contemplations of nature. If you fly physic in health altogether, it will be too strange for your body, when you shall need it. If you make it too familiar, it will work no extraordinary effect, when sickness cometh. I commend rather some diet for certain seasons, than frequent use of physic, except it be grown into a custom. For those diets alter the body more, and trouble it less. Despise no new accident in your body, but ask opinion of it. In sickness, respect health principally; and in health, action. For those that put their bodies to endure in health, may in most sicknesses, which are not very sharp, be cured only with diet, and tendering. Celsus could never have spoken it as a physician, had he not been a wise man withal, when he giveth it for one of the great precepts of health and lasting, that a man do vary, and interchange contraries, but with an inclination to the more benign extreme: use fasting and full eating, but rather full eating; watching and sleep, but rather sleep; sitting and exercise, but rather exercise; and the like. So shall nature be cherished, and yet taught masteries. Physicians are, some of them, so pleasing and conformable to the humors of the patient, as they press not the true cure of the disease; and some other are so regular, in proceeding according to art for the disease, as they respect not sufficiently the condition of the patient. Take one of a middle temper; or if it may not be found in one man, combine two of either sort; and forget not to call as well, the best acquainted with your body, as the best reputed of for his faculty.”
Y cuya traducción (según una edición de la editorial Taurus) sería la siguiente:
“Hay en esto una sabiduría que sobrepasa las normas de la medicina. La propia observación de cada cual, lo que encuentra bien y lo que encuentra mal, es la mejor medicina para preservar la salud; pero es más seguro decir: ‘Esto no me conviene, por tanto no seguiré con ello, que esto otro, ‘no encuentro daño en esto, por tanto puedo usarlo: porque la fortaleza natural en la juventud resiste muchos excesos cuyos efectos no se notan hasta edad avanzada. Daos cuenta del paso de los años y no sigáis haciendo la misma cosa siempre, pues no se podrá desafiar a la edad. Estad alerta ante los cambios repentinos en los puntos importantes de la alimentación y, si es necesario imponerlos, adaptad lo demás a ellos; pues es un secreto, tanto en lo natural como en lo artificial, que es más seguro cambiar muchas cosas que una sola. Examinad vuestros alimentos habituales, sueño, ejercicios, ropas y cosas análogas; y tratad, en todo lo que juzguéis dañino, de interrumpirlo poco a poco; pero de tal modo que, si encontráis algún inconveniente con el cambio, volváis a ello otra vez; porque es difícil distinguir lo que generalmente se tiene por bueno y saludable de lo que es bueno particularmente y apropiado para vuestro cuerpo. estar despreocupado y de buen humor a las horas de las comidas, del sueño y del ejercicio es uno de los mejores preceptos para larga vida. En cuanto a las pasiones y ocupaciones de la mente, evitad la envidia, los miedos angustiosos, la ira interior, las cuestiones sutiles y complicadas, las alegrías y risas excesivas, las tristezas no comunicadas. Las esperanzas gratas, regocijos más que alegrías, variedad en los deleites más que el hastío de ellos; maravillarse y asombrarse y por tanto tener novedades; estudios que llenan la mente con temas espléndidos y nobles como historias, fábulas y contemplación de la naturaleza. Si te alejas completamente de la medicina, la encontrarás demasiado extraña a tu cuerpo cuando la necesites; si te familiarizas demasiado con ella, no te producirá mucho efecto cuando te sobrevenga la enfermedad. Más bien recomiendo alguna dieta en ciertas estaciones que el uso frecuente de la medicina, salvo que se haya hecho ya habitual porque entonces esas dietas alteran más el cuerpo pero lo perjudican menos. No desprecies los nuevos acaecimientos en tu cuerpo sino que has de pedir consejo sobre ello.
En la enfermedad, pon atención a la salud; y en la salud, a la acción. Porque quienes se preocupan de mejorar su cuerpo durante la salud, pueden, en la mayoría de las enfermedades que no sean muy agudas, curarse sólo con dieta y vigilancia. Celso no habría podido hablar como médico de no haber sido un sabio al mismo tiempo, cuando daba como uno de los grandes preceptos de salud y longevidad que el hombre debía variar e intercambiar los contrarios pero con tendencia al extremo más benigno. Utilizar el ayuno y la comida completa, pero más bien la comida completa; velar y dormir, pero mejor dormir; reposo y ejercicio, aunque mejor el último, y así sucesivamente; así se cuidará la naturaleza y se enseñará a dominarla. Algunos médicos son muy complacientes y conformables con el humor del paciente con lo que no alcanzan la verdadera curación de la enfermedad; algunos otros son tan exactos en proceder con el arte de la curación que no respetan suficientemente la condición del paciente. Escoge uno intermedio; o, si eso no lo encuentras en un solo hombre, combinar dos de ambos tipos; y no olvides de trabar profundo conocimiento con tu propio cuerpo, pues eres el más indicado para ello.”
Sabios consejos de hace 400 años...
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