Transparencia es una de esas grandes palabras/ideas fetiche, (como autonomía, participación, liderazgo, innovación, simplicidad, accountability o ‘buen gobierno’…) que gozan de un enorme prestigio. Sin embargo, a pesar de haberse convertido casi en una muletilla en el discurso dominante, nunca como hoy ha existido tanta necesidad de claridad, apertura y certidumbre.
Pero hay que advertir de que no siempre una (supuesta) mayor transparencia equivale a mayor claridad, certeza o veracidad. Con frecuencia, una mayor disponibilidad de datos sin elaborar puede generar más desinformación; un exceso de información (‘infoxicación’) puede servir para el engaño, el ocultamiento y la simulación.
El propio concepto de transparencia tiene un carácter multifacético y es todavía objeto de controversia y discusión entre teóricos y expertos, asimilándose al de rendición de cuentas, imparcialidad o gobernanza. Según un reciente estudio del QOG Institute (What is Government Transparency? New Measures and Relevance for Quality of Government), que me hace llegar J.J. Artells, las tres principales dimensiones de la transparencia gubernamental serían las siguientes:
· Gobierno abierto/Acceso a la información
· Protección de los informadores (denunciantes)
· Publicidad (probabilidad de exposición/difusión
Detrás de todo ello se encuentra la idea clave del Open Data, es decir, el acceso universal a los datos recopilados por los diferentes gobiernos, instituciones y organizaciones. Se trata de un enfoque muy pertinente para el ámbito público, que debería permitir el acceso de todos los ciudadanos a las bases de datos no confidenciales de Ayuntamientos, Comunidades Autónomas, Universidades, Servicios de Salud, etc.
1. Públicos/Completos: Se recomienda abrir todos los datos públicos.
2. Detallados/Primarios: Publicar los datos originales, con el nivel de desagregación más detallado posible.
3. Actualizados: Los datos deben ser puestos a disposición de los usuarios con la frecuencia necesaria para que no pierdan valor.
4. Accesibles: Es necesario hacer accesibles los datos al mayor número de usuarios posible.
5. Automatizados: Los datos deben ser procesados automáticamente (sin intervención humana manual).
6. Sin registro: Los datos deben estar disponibles para todo el mundo sin necesidad de registro previo.
7. Abiertos: Se recomienda la utilización de formatos no propietarios.
8. Libres: Los datos deben ser de uso 100% libre para los usuarios.
Siguiendo esta orientación, en nuestro país tal vez el mejor ejemplo sería el portal Open Data Euskadi, cuyos objetivos son generar valor y riqueza, permitir el análisis y evaluación de la propia administración pública y hacer accesibles los datos públicos del Gobierno Vasco.
Algunos otros portales aparecen listados aquí.
Fundada en 1993, Transparencia Internacional es una organización internacional dedicada a combatir la corrupción política, cuya herramienta fundamental es la divulgación y difusión de información. Tiene su sede en Berlín, aunque está organizada como una agrupación de organizaciones o secciones nacionales, con un secretariado central. Desde 1995 publica el Índice de percepción de la corrupción que mide, en una escala de cero (muy corrupto) a diez (ausencia de corrupción), los niveles de percepción de corrupción en el sector público en un país determinado. La organización define la corrupción como “el abuso del poder encomendado para beneficio personal”. El problema es que lo que se define o percibe legalmente como corrupción varía de una jurisdicción a otra: una contribución legal a un partido político puede ser ilegal en otro. Igualmente, lo que en un país se acepta como una propina en otro puede considerarse como un soborno.
La sección o capítulo nacional en nuestro país, Transparencia Internacional España, comenzó a trabajar en el año 2000 y está gestionada por la Fundación Ortega-Marañón. Hace pocas semanas presentó el denominado Índice de Transparencia de las Comunidades Autónomas (INCAU) 2012. Este índice pretende el doble objetivo de realizar una evaluación del nivel de transparencia de los Gobiernos de las diferentes CCAA, y por otra parte, impulsar y propiciar el aumento de la información que estas instituciones ofrecen a los ciudadanos y a la sociedad en su conjunto.
El procedimiento y metodología utilizados se basa en contrastar si estas instituciones publican la información relativa a un conjunto de 80 indicadores, que tratan de abarcar las áreas más importantes de la información que los responsables del gobierno de una Comunidad Autónoma deberían poner públicamente a disposición de la sociedad. Con la aplicación de ese conjunto de indicadores cada Comunidad Autónoma obtiene una puntuación individual, de forma que surge así un Ranking o Clasificación del nivel de transparencia de las diecisiete Comunidades.
Las seis Áreas de transparencia que se evalúan en el INCAU 2012 son las siguientes:
A) Información sobre la Comunidad Autónoma
B) Relaciones con los ciudadanos y la sociedad
C) Transparencia económico-financiera
D) Transparencia en las contrataciones de servicios, obras y suministros
E) Transparencia en materias de Ordenación del territorio, urbanismo y obras públicas
F) Indicadores de la nueva Ley de Transparencia
Un medio de comunicación digital de Castilla-La Mancha se hacía eco de la noticia con este lamentable -y algo bochornoso- titular: Castilla-La Mancha a la cola en cuestión de transparencia.
De acuerdo con la información que han facilitado las CCAA a la organización, el estudio determina que País Vasco y La Rioja son las regiones españolas más transparentes, con una puntuación de 97.5 puntos sobre 100 cada una; Canarias (63.8), Valencia (63.8), Castilla-La Mancha (58.8) y Murcia (55) son las peor situadas. Además, seis CCAA empeoran sus resultados con respecto a los datos de 2010: Murcia, Madrid, Castilla-La Mancha, Cataluña, Canarias y Asturias.
Manuel Villoria, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del Consejo de Dirección de Transparencia Internacional ha recordado que, “en lo que se refiere a la "rendición de cuentas", las administraciones públicas españolas están "muy por debajo" de otras como las alemanas, insistiendo en que la transparencia es, entre otras cosas, un aspecto "clave" para salir de la crisis porque es la imagen, [es decir el prestigio y la reputación] lo que está en juego”. La transparencia se traduce en credibilidad y confianza.
¿Y qué ocurre en el ámbito sanitario?
Hace unos días escribía Elena G. Sevillano @elenasevillano (Sanidad en negro EL PAÍS 22-12-2012):
“Supongamos que usted tiene que operarse de la cadera. Y que ha decidido, aprovechando que en la Comunidad de Madrid hay libertad de elección de centro, comparar los resultados de distintos hospitales. Quiere saber en cuáles hay menos infecciones o menos reingresos, por ejemplo. O cuántas operaciones como la suya se hacen cada año. Es cierto que son solo estadísticas, pero permiten hacer una elección más informada. En Madrid no dispone de esos datos. No están a disposición del público. En el Reino Unido, el modelo que copió Esperanza Aguirre para implantar aquí la tan publicitada libre elección, sí. Es solo un ejemplo de cómo una Administración que prometió en 2009 “información transparente, completa y rigurosa” se limita aún hoy a publicar indicadores aproximados (“mejor, peor o en la media”) y sin actualizar”.
En sanidad llevamos ya demasiado tiempo preguntándonos y reclamando (ver por ej. el post de @manyez ¿Demasiada transparencia es mala? El caso del Stafford Hospital) la necesidad de hacer transparentes, es decir, poner a disposición de los ciudadanos, los datos sanitarios, demográficos, epidemiológicos y de actividad asistencial de los centros. España es en este sentido uno de los países más opacos de Europa en materia sanitaria.
¿Qué impide que los ciudadanos –usuarios y pacientes- tengan acceso a una serie de indicadores sobre calidad y seguridad del sistema sanitario, incluyendo tiempos de respuesta, reingresos urgentes, tasas de mortalidad ajustadas por riesgo, datos sobre infecciones nosocomiales, información sobre calidad percibida o resultados de determinados procedimientos, de manera desagregada por centros de salud y hospitales?
En un artículo publicado en 2011 cuya lectura es hoy especialmente recomendable (Transparencia y buen gobierno en sanidad. También para salir de la crisis. Gac Sanit. 2011;25(4):333–338) R. Meneu y V. Ortún destacaban la falta de transparencia del sector a todos los niveles, en un contexto de mal gobierno de la sanidad, apuntando algunas posibles vías para enfrentar la crisis sanitaria renunciando a la cómoda ‘cultura de la queja’ imperante:
Nada justifica “la restricción de la transparencia y el secretismo en el proceso de toma de decisiones, ni la relevancia estratégica del asunto sustraído al escrutinio público o supuestas razones de confidencialidad de los datos manejados, aunque a menudo se esgriman tales excusas”. (…) Nos encontramos así con “La proliferación de imaginativas “nuevas formas de gestión”, sin que en general se evalúe suficientemente la eficiencia de cada opción ni se rindan cuentas sobre su aplicación”.
“Obviamente, tal entorno de opacidad y limitada rendición de cuentas es un medio propicio para que prolifere la captura por intereses de burócratas, políticos y lobbies. Y sobre todo, un creciente espacio interpretado como ilegítimo botín electoral que sella lealtades indebidas y favorece la perpetuación de los peores vicios”.
El panorama resultante es poco ejemplar: Con una escasa “…medición de costes, menos de resultados y ausencia de autonomía y responsabilidad, muchas organizaciones sanitarias se comportan como meros servicios ordinarios de la Administración. Forzando esta deriva, se llega al penoso discurso que sostiene que la mejor administración sanitaria es la que no lleva a cabo la Administración, reconocimiento de ineptitud que tampoco lleva a adoptar las medidas que tales conclusiones aconsejan.
Y mientras, las “concesiones administrativas”, “fundaciones” y demás vehículos para la huida del derecho administrativo se caracterizan por una menor transparencia que las privadas y un débil control externo; ese control externo que en las empresas privadas proporciona el mercado de control corporativo, los mercados profesionales y los mercados de capitales”.
Además de la mejora en la gestión y la democratización del sector, una de las razones más importantes para fomentar e incrementar la transparencia del sistema sanitario es, sin duda, la promoción de la autonomía y corresponsabilidad de los pacientes, facilitándoles la información necesaria para poder ejercer una adecuada toma de decisiones.
Sin embargo, en el epígrafe "Transparencia" de la página del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad podemos encontrar únicamente acceso a una información agregada de carácter general (e incompleta) de los considerados como Indicadores clave del SNS a través del Portal Estadístico del SNS, advirtiendo con una serie de cautelas excesivas acerca de la protección de los datos.
En este momento las iniciativas más interesantes del SNS en la línea de mejorar la transparencia del sector son las siguientes:
En el País Vasco (Buen gobierno en la gestión sanitaria pública).
En Andalucía: Aunque con un importante retraso en la actualización, (solo hasta 2009), en su página Web sobre Transparencia y Calidad de los Servicios, la Junta ha hecho públicos datos de actividad asistencial y de calidad del Sistema Sanitario Público, en el ámbito a nivel de Atención Primaria y de los hospitales.
Finalmente, el Observatorio del Sistema de Salud de Cataluña ha comenzado a publicar datos con indicadores de proceso y resultados en salud (asistenciales, económicos, de investigación y formación) identificando individualmente a los más de 60 hospitales de agudos que participaron en el análisis.
Queda mucho camino por recorrer y, de momento, por lo que se refiere a la transparencia de nuestro SNS (y de otros sectores, por desgracia) sigue vigente aquel viejo refrán: "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces", lo que nos sitúa en una posición de desventaja, con escaso prestigio y muy poca reputación. O lo que es lo mismo, con poca credibilidad y confianza...
Hola Rodrigo, acertado como siempre y sacando información de entre las piedras.
ResponderEliminarEjemplo de transparencia informativa: página web del MSPS en su carpeta del Consejo Interterritorial, últimas notivias publicadas de 2010.
Juan Ríos
Ya ves, Juan. Como diríamos desde Calidad: hay mucho (demasiado) margen de mejora. Saludos.
EliminarMuy interesante artículo. En referencia al ejemplo final del Observatorio del Sistema de Salud de Cataluña, querría añadir que ha publicado muy recientemente (21 Diciembre 2012) un informe de Atención Primaria.
ResponderEliminarAsí los ciudadanos disponen de información no solamente de hospitales sino también de primaria, y con una versión del informe específica para ellos:
http://www20.gencat.cat/docs/canalsalut/Minisite/ObservatoriSalut/ossc_Central_resultats/Informes/Fitxers_estatics/Central_resultats_atencio_primaria_2012_versio_ciutadania.pdf
Nota de prensa:
http://premsa.gencat.cat/pres_fsvp/AppJava/notapremsavw/detall.do?id=173989&idioma=0
Interesante artículo. A las iniciativas del SNS para mejorar la transparencia creo que sería interesante mencionar también al Observatorio de la Salud de Asturias
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