miércoles, 9 de enero de 2013

Elogio y defensa del escepticismo

Tablas de Daimiel. (Foto: Juan Fernández)

“…el buen ciudadano debe mostrarse celoso por las cosas públicas, mirar al porvenir y no resignarse a ir viviendo en medio de servidumbres deshonrosas”.
Michel de Montaigne. Essais.

«Escepticismo», deriva del término griego skeptikós, el que “mira con cuidado”, "observa buscando algo", el que “vigila” o “examina atentamente”. El escéptico es la persona que reflexiona con atención antes de tomar una decisión o de emitir un juicio.

Desde una posición práctica, filosófica, científica y epistemológica, un escéptico racional cuestiona la veracidad de las afirmaciones o teorías que carecen de la suficiente evidencia empírica. El escepticismo se basa en el pensamiento crítico, oponiéndose a las afirmaciones simples que carezcan de prueba empírica verificable y contrastada. En esta posición la duda se sobrepone a la creencia, dada la falta de pruebas demostrables.

En La carga del escepticismo, un artículo escrito en 1987, el científico Carl Sagan elogiaba las virtudes de adoptar una posición escéptica, lamentando que esta carga de escepticismo se aplicase en unos ámbitos y no en otros, donde imperan las creencias frente a las evidencias (pruebas). Los anuncios publicitarios, los discursos políticos, el conformismo acrítico y sumiso, la tradición, las versiones “oficiales”, las explicaciones basadas en la autoridad, la tradición, la costumbre o la apariencia... una lista interminable. Dudar y hacerse preguntas suele ser incómodo, y obtener una respuesta fácil consuela y reconforta.

En estos días oímos a numerosos políticos que apoyan y defienden la gestión privada de la atención sanitaria. Sostienen sin demostrarlo que ésta es mejor que la pública, lo que, por lógica, viene a cuestionar y poner en tela de juicio su propia capacidad para gestionar y manejar el dinero de los contribuyentes, es decir, para gobernar. Esgrimen además como argumento el de una teórica y supuesta mayor eficiencia, de la que tampoco existen pruebas concluyentes, y que en nuestro país ha sido repetidamente desmentida por la realidad: los responsables de la sanidad pública en la Comunidad de Valencia se han visto obligados a incrementar las cantidades que inicialmente habían sido pactadas con los concesionarios privados (un rescate, vamos).

Un interesante y recomendable debate, suscitado a cuenta de la eficiencia de la gestión hopitalaria (pública directa vs. privada por concesión), puede encontrarse en el blog NeG (Nada es Gratis). El post inicial de Salvador Peiró y Ricard Meneu fue posteriormente contestado en un artículo-comentario de F. Campoy, que a su vez ha sido posteriormente objeto de réplica por los primeros.

Así las cosas, parece conveniente que en estos momentos hagamos nueva profesión de fe en una suerte de prudente escepticismo, que seguramente no va a descubrir la verdad absoluta pero sí protege frente al error...

En este orden de cosas, a cuenta del escepticismo, tal vez no esté de más recordar como ilustrativo ejemplo una extensa cita de los Pensées de Blaise Pascal:

72. Disproportion de l'homme (...)

Notre intelligence tient dans l'ordre des choses intelligibles le même rang que notre corps dans l'étendue de la nature.
Bornés en tout genre, cet état qui tient le milieu entre deux extrêmes se trouve en toutes nos puissances. Nos sens n'aperçoivent rien d'extrême, trop de bruit nous assourdit, trop de lumière éblouit, trop de distance et trop de proximité empêche la vue. Trop de longueur et trop de brièveté de discours l'obscurcit, trop de vérité nous étonne. J'en sais qui ne peuvent comprendre que qui de zéro ôte 4 reste zéro. Les premiers principes ont trop d'évidence pour nous; trop de plaisir incommode, trop de consonances déplaisent dans la musique, et trop de bienfaits irritent. Nous voulons avoir de quoi surpasser la dette. "Beneficia eo usque laeta sunt dam videntur exsolvi posse; ubi multum antevenere pro gratia odium redditur." Nous ne sentons ni l'extrême chaud, ni l'extrême froid. Les qualités excessives nous sont ennemies et non pas sensibles, nous ne les sentons plus, nous les souffrons. Trop de jeunesse et trop de vieillesse empêche l'esprit; trop et trop peu d'instruction. 
Enfin les choses extrêmes sont pour nous comme si elles n'étaient point et nous ne sommes point à leur égard; elles nous échappent ou nous à elles. 
Voilà notre état véritable. C'est ce qui nous rend incapables de savoir certainement et d'ignorer absolument. Nous voguons sur un milieu vaste, toujours incertains et flottants, poussés d'un bout vers l'autre; quelque terme où nous pensions nous attacher et nous affermir, il branle, et nous quitte, et si nous le suivons il échappe à nos prises, nous glisse et fuit d'une fuite éternelle; rien ne s'arrête pour nous. C'est l'état qui nous est naturel et toutefois le plus contraire à notre inclination. Nous  brûlons du désir de trouver une assiette ferme, et une dernière base constante pour y édifier une tour qui s'élève à (l')infini mais tout notre fondement craque et la terre s'ouvre jusqu'aux abîmes. Ne cherchons donc point d'assurance et de fermeté;  notre raison est toujours déçue par l'inconstance des apparences: rien ne peut fixer le fini entre les deux infinis qui l'enferment et le fuient." (...)

72. Desproporción del hombre (...)

"Nuestra inteligencia posee, en el orden de las cosas inteligibles, el mismo rango que nuestro cuerpo en la extensión de la naturaleza.
Limitados en todos los sentidos, este estado que ocupa el medio entre los dos extremos se encuentra en todas nuestras potencias. Nuestros sentidos no se dan cuenta de nada extremo: demasiado ruido, ensordece; demasiada luz, ofusca; demasiada distancia y demasiada proximidad, impiden la visión; demasiada longitud y demasiada brevedad en el discurso, lo oscurecen; demasiada verdad, nos pasma (conozco quienes no pueden entender que si se resta de cero cuatro, queda cero); los primeros principios tienen para nosotros demasiada evidencia, demasiado placer incómodo; demasiadas consonancias son desagradables en música; y demasiados beneficios irritan, queremos tener con qué sobrepagar la deuda: "Beneficia eo usque laeta sunt dam videntur exsolvi posse; ubi multum antevenere pro gratia odium redditur." No sentimos ni el calor extremo ni el frío extremo. Las cualidades excesivas nos son enemigas y no sensibles; no las sentimos ya, las padecemos. Demasiada juventud y demasiada vejez privan de espíritu, las cosas extremas son para nosotros como si no fueran, y nosotros tampoco somos respecto de ellas: nos es capan, o nosotros a ellas.

He ahí nuestro verdadero estado. Esto es lo que nos hace incapaces de saber con certeza y de ignorar absolutamente. Navegamos en un vasto medio, inciertos y flotantes siempre, empujados de uno a otro extremo; cualquier término donde pensáramos sujetarnos y afirmarnos, se bambolea y nos abandona, y, si le seguimos, huye de nuestra captura, se nos desliga, y escapa en una fuga eterna; nada se detiene para nosotros. Éste es el estado que nos resulta natural, no obstante ser el más contrario a nuestra inclinación. Ardemos en deseo de hallar un  asiento firme y una última base constante sobre la cual edificar una torre que se alce al infinito, pero todo nuestro fundamento se desmorona y la tierra se abre hasta los mismos abismos. No busquemos, pues, seguridad y firmeza. Nuestra razón es siempre defraudada por la inconstancia de las apariencias; nada puede fijar lo finito; entre los dos infinitos lo contienen y le huyen." (...)

Entretanto, como muy oportunamente recuerdan Enrique Costas Lombardía y Cayetano Rodríguez Escudero, (Sanidad pública. Urge sostener su futuro EL PAÍS, 9-1-2013), parece que “...la sanidad privada hace su trabajo y crece cada año. Cuenta con más de 10 millones de asegurados y alcanza un volumen de negocio alto, alrededor del 30% del gasto sanitario total de España. No es, pues, una sanidad marginal ni de mala calidad, es simplemente insolidaria: está constituida por empresas mercantiles cuya vida depende del beneficio que obtengan. Es un ámbito donde “el dinero habla” antes que el enfermo. Aquí la equidad es un concepto extraño, sin valor, y el acceso a los cuidados y la cobertura dependen de la capacidad y voluntad de pagar. Favorecida por los recortes compulsivos del gasto público y por los Gobiernos del Estado y las autonomías de ideología liberal, la sanidad privada marcha ahora por un camino llano y claro.
Enfrente, el sistema público está en un momento crítico: o los políticos deciden sostenerlo reconstruyéndolo sin demora o, refugiado en las listas de espera, sufrirá una deslegitimación social progresiva, empobreciéndose hasta que pronto pierda su núcleo más íntimo y propio, donde están la solidaridad, la equidad, la cohesión social y la justicia, es decir, todo.”

Se trata (ni más ni menos) de un negocio sanitario a través de las diversas Iniciativas que pretenden poner en marcha…una suerte de artefacto privado que vive y se beneficia prácticamente en exclusiva de los fondos públicos.

Son tiempos para no creer en certezas, solo en mapas provisionales... (o mejor, para tener una brújula).
 

2 comentarios:

  1. Muy buen post Rodrigo.
    Respecto al artículo de Peiró y Meneu las replicas y contrarreplicas aparte del tono bronco son muy interesante. Yo he intervenido en las últimas y son clarificadoras pero muy técnicas. Viene de diferentes metodologías de cálculo de costes. Yo conozco bien las Concesiones pues inspeccionamos una.
    Respecto al editorial del El País que enlazas es más bien desinformador y muy inexacto, es bastante mejor el artículo largo, que da origen al editorial, que es más neutral y documentado. Por ello he escrito está crítica en mi blog de ese editorial:
    http://saludsocial.blogspot.com.es/2013/01/desinformacion-el-editorial-de-el-pais.html

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    1. Como (casi) siempre, la principal dificultad con la que nos topamos es la falta de datos. Lo comentaba Sergio Minué, en una de las últimas entradas de su blog: "Uno de los principales problemas de los sistemas sanitarios es la escasez de información fiable que permita conocer, comparar y valorar su desempeño. Y aunque se sigue hablando por parte de todo el mundo de la imperiosa necesidad de “rendir cuentas”, a la hora de la verdad seguimos estando muy lejos de ello. No hay más que buscar la información disponible fiable (que no propagandística) sobre las experiencias de producción privada de servicios sanitarios en España para comprobarlo." http://gerentedemediado.blogspot.com.es/2013/01/secretos-y-mentiras-1-parte.html
      Muchas gracias por tu comentario, Carlos.

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