[Mientras me encuentro preparando esta entrada Miguel Ángel Máñez publica estos días en Salud con cosas un post abordando este mismo asunto: ¿Sabemos adaptarnos a la demanda? Sobre el cierre temporal de camas hospitalarias, en el que recuerda que "...cerrar camas, aunque sea por una semana, se suele interpretar como una mala noticia y un síntoma de recorte."]
Año tras año, con la llegada del periodo vacacional, se repiten en la prensa noticias sobre el cierre estacional de camas hospitalarias:
· Los principales hospitales madrileños 'cerrarán' casi dos de cada diez camas este verano
Algunos titulares resultan especialmente llamativos y alarmantes:
· ¡Peligro! El precio de enfermar en Castilla-La Mancha: 2.000 camas menos y 50.000 pacientes pendientes de una operación
En todo caso son noticias que siempre generan polémica, despiertan preocupación e incertidumbre en la población, y si hay poca transparencia o claridad y las cosas no se explican bien o se hace de forma confusa, acaban provocando -de manera inevitable- una sensación de inseguridad, malestar y desconfianza de los ciudadanos hacia los responsables de la gestión sanitaria.
Un ejemplo: El día 1 de julio, en la página Web de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, aparece (con una pésima redacción) la siguiente noticia que copiamos literalmente:
El SESCAM tendrá las camas necesarias para
responder a la demanda asistencial en los meses de verano
Se
cerrarán cerca de 300 camas menos que en los meses de julio, agosto y
septiembre del pasado año.
Mantener
los recursos necesarios en función de las necesidades estivales es una práctica
habitual en todos los hospitales españoles; la asistencia sanitaria está
garantizada.
El Servicio de
Salud de Castilla-La Mancha mantendrá abiertas en los meses de julio, agosto y
septiembre, entre el 80 y el 90 por ciento de las camas hospitalarias, lo que
garantiza la asistencia sanitaria que se presta en todos los centros.
El
SESCAM recuerda que durante los meses estivales es una práctica habitual en
todos los centros de nuestro país mantener sólo los recursos necesarios
teniendo en cuenta la disminución de la demanda. Además,
el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha subraya que en 2013 se cerrarán
cerca de 300 camas menos que el pasado año.
De esta
forma, quiere lanzar un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos, ya que la
planificación de recursos se ha llevado a cabo teniendo en cuenta las
necesidades asistenciales en esta época del año. Además, insiste en que, en
caso de ser preciso, se contaría con las camas que fueran necesarias.
En esta
misma línea, el SESCAM ha explicado que el número de camas en los centros
hospitalarios debe adaptarse, en cualquier época del año, a las necesidades
reales de la población, con el fin de que los recursos estén donde más hagan
falta.
Apenas dos días más tarde (3 de julio), en un diario digital aparece el siguiente titular:
La información detalla que, -según la denuncia efectuada-, de las 4.799 camas existentes en los hospitales de la región se han cerrado 1.187 camas, lo que supondría el 24,73% del total.
Como puede comprobarse, los datos difieren por completo de los presentados en la información oficial, por lo que el SESCAM se ve obligado a publicar otra noticia ese mismo día (es de suponer que las prisas deben justificar de nuevo la mala redacción):
El Servicio de Salud
de Castilla-La Mancha insiste en que los ciudadanos de toda la región deben
estar tranquilos ya que la asistencia sanitaria que se presta en los meses de
verano está garantizada igual que durante todo el año. El Servicio de Salud de
Castilla-La Mancha insiste en que, en caso de ser necesario, se abrirían camas.
El SESCAM lamenta que
el PSOE se dedique a alarmar a la población con una práctica, que es habitual
todos los años y en todos los centros hospitalarios de nuestro país, que
consiste en adecuar el número de camas a las necesidades asistenciales.
El Servicio de Salud de Castilla-La Mancha recuerda que la demanda sanitaria se
reduce en julio, agosto y septiembre y lo lógico es que estén funcionando los
recursos necesarios en función de esa circunstancia. Además, insiste en que, en
caso de ser necesario, se abrirían las camas que fueran oportunas.
En esta misma línea, ha hecho hincapié, de nuevo, en que el número de camas en
los centros hospitalarios nunca es el mismo ya que debe adaptarse, en cualquier
época del año, a las necesidades reales de la población con el fin de que los
recursos estén donde más se necesitan.
Además, el SESCAM señala que medir la sanidad en camas es un grave error ya que
el continuo avance de la Medicina hace que los tratamientos sean más modernos y
cada vez sea menor la estancia hospitalaria necesaria.
Según parece, la razón de esta evidente diferencia no es otra que la no inclusión de las camas que se han cerrado ya hace meses en los distintos hospitales de la región con motivo de los ajustes y recortes sucesivos que se han ido produciendo con anterioridad, y el intento de maquillar una realidad que a la larga resulta difícil de ocultar.
Algo de teoría
El concepto de cama hospitalaria tiene un componente técnico directamente vinculado a una serie de variables que dependen de los recursos humanos disponibles (que al final son claves), de la estructura o planta física del centro, de los cambios epidemiológicos estacionales y de otros problemas de gestión. Resulta por tanto inadecuado considerarlo en términos abstractos o absolutos, al margen de la realidad geográfica, clínica, epidemiológica o funcional de cada situación y contexto.
Teóricamente el número de camas hospitalarias que se necesitarían para dar cobertura sanitaria a una población determinada puede expresarse mediante la siguiente fórmula matemática (M. A. Asenjo Sebastián):
donde el número de camas (c) es directamente proporcional al número de enfermos ingresados (e), a la estancia media (em), y es inversamente proporcional al índice de ocupación (io) y al tiempo considerado (t).
Para aplicar la fórmula es necesario conocer la tasa de frecuentación hospitalaria, es decir, el número de ingresos por mil habitantes que se producen en un año, (que es muy variable según los países y las regiones). En esta tasa influyen también diversos factores, siendo los más importantes la edad, (envejecimiento), la disponibilidad de (otros) servicios, la organización del sistema y la capacidad de pago y la cultura de la población.
A su vez, sobre la estancia media influyen también otra serie de factores, como el número y la dotación de los profesionales, su cualificación, el equipamiento tecnológico, la actividad en consultas externas, la organización y protocolización de la actividad, etc. Evidentemente, los hábitos y preferencias de los usuarios, el tipo de patología y el estilo o cultura organizativa de los centros influyen también en la estancia media.
Tradicionalmente el índice de ocupación, la estancia media y el índice de rotación son indicadores ampliamente utilizados para evaluar la eficiencia hospitalaria a partir del aprovechamiento que se le da al recurso cama. En este sentido, lo ideal en la gestión sanitaria sería que las decisiones relativas al número de camas instaladas se adapten de forma óptima a la demanda de servicios hospitalarios.
Como se sabe, en los últimos años algunas de las estrategias para reducir el gasto hospitalario se han basado precisamente en la reducción de las camas hospitalarias. Algunos de los cambios organizativos y estructurales ocurridos incluyen, entre otros, la puesta en marcha de unidades de hospitalización a domicilio, hospitales de día, unidades de corta estancia, el incremento de la cirugía ambulatoria o sin ingreso y otras medidas tendentes a la prevención de las estancias innecesarias. En consecuencia se ha producido una disminución en el número de camas disponibles en los hospitales, junto con un aumento del número de ingresos, y una disminución de la estancia media.
Es bien conocido que la ocupación de camas en los hospitales es variable durante el transcurso del año: en épocas de brotes epidémicos respiratorios, como por ejemplo las infecciones gripales, suponen una carga importante de los servicios de urgencias, mientras que la demanda disminuye considerablemente en el periodo estival y navideño. Los meses de agosto, diciembre y abril, que coinciden con periodos vacacionales del personal sanitario, son también una causa coyuntural de disminución de la actividad programada en los centros.
Algunos de los nuevos instrumentos de gestión se dirigen de hecho a intentar predecir los niveles de ocupación de camas, con el fin de hacer un uso más eficiente de las mismas, al eliminar el exceso de capacidad y por tanto reducir costes innecesarios. Haciendo uso de modelos de análisis de series temporales es posible identificar el patrón de comportamiento de los indicadores de utilización hospitalaria en el pasado, y realizar previsiones de cuál será la utilización futura. Estas previsiones pueden ser posteriormente utilizadas para estimar las necesidades de camas futuras suponiendo diferentes escenarios organizativos.
Por otro lado, es muy importante señalar que en ocasiones se produce un “exceso” de camas disponibles, que están sin uso no por falta de pacientes, sino por carencia de recursos humanos directos o de apoyo, (servicios centrales, radiología, farmacia, laboratorio), y otros factores limitantes como los quirófanos en el caso de la patología quirúrgica. Ello se traduce, aparentemente de forma paradójica, en la existencia de listas de espera…
Aceptemos que es verdad que no tiene por qué haber de todo en todas partes, que hay que evitar duplicidades innecesarias, (y costosas), y que, como hemos indicado, las necesidades pueden ser diversas según los territorios; pero tal vez haya que decir también -como demuestran los Indicadores Clave del SNS que elabora el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad-, que la situación de partida y la evolución de las diferentes CCAA en éste y otros recursos era y es muy diferente. En el caso de Castilla-La Mancha, los últimos datos disponibles (2011) indican que solo Andalucía, Ceuta y Melilla tienen un menor número de camas instaladas.
Camas hospitalarias en funcionamiento por 1.000 habitantes
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2005
|
2006
|
2007
|
2008
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2009
|
2010
|
2011
|
España
|
3.36
|
3.32
|
3.27
|
3.22
|
3.19
|
3.15
|
3.2
|
Castilla-La Mancha
|
2.58
|
2.61
|
2.63
|
2.63
|
2.64
|
2.58
|
2.54
|
Una simple operación aritmética permite deducir que los habitantes de Castilla-La Mancha (2.121.888 en 2012) contarían con 1.400 camas más en funcionamiento si tuvieran la media de España.
En conclusión, con carácter general y de manera aislada, es decir, al margen de cualquier otra consideración, no puede afirmarse por tanto que al sistema sanitario público le sobren camas que puedan cerrarse. Como en tantas otras cosas, encontrar un justo y prudente equilibrio es, de nuevo, uno de los (apasionantes) retos de la gestión.
Y explicarlo, claro…