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lunes, 31 de marzo de 2014

Códigos éticos y moralina rancia (I)

Foto: Luca Rossato, vía flickr

“La ética no es estática; avanza mientras la vida avanza… La verdadera prueba de nuestra moralidad no está en la rigidez con la que cumplimos lo correcto, sino en la lealtad hacia la vida que crea y construye lo correcto.”

La historia es la siguiente: El viernes 28 de marzo nos enteramos de que, al parecer, el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) había publicado en la intranet de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete un engendro de tres folios al que denominaba "Código Ético de buenas relaciones profesionales y personales para trabajadores del SESCAM"cuyo contenido no puede ser calificado sino de grotesco. Hasta un medio conservador como el diario ABC, al dar cuenta de la noticia, empleó la denominación de "Catecismo sanitario" para los profesionales de Castilla-La Mancha.

La velocidad de las redes sociales que, en acertada descripción de David Trueba, "funcionan como una máquina de agujerear la realidad hasta dejarla como un queso de gruyère", nos fue informando de la iniciativa. "Es bastante increíble, así que podría ser verdad...". El tono de este comentario recibido a través de Twitter indicaba bien a las claras el estado de ánimo de quienes habíamos leído el supuesto "Código ético..."

Resultaba sorprendente y uno no podía evitar una extraña sensación de incredulidad y escepticismo, aunque dejando al mismo tiempo una puerta abierta a la posibilidad de que fuera cierto: es bien sabido que la estupidez humana no tiene límites y que la realidad supera (casi siempre) con creces a la ficción.

Insólito, ridículo, peregrino, impropio de una sociedad moderna y avanzada, eran algunos de los calificativos más suaves que fue recibiendo el documento a medida que se conocían sus detalles y la mayoría de los trabajadores, empleados y profesionales pasaban de la incredulidad al asombro y la indignación. Mientras algunos diarios y medios digitales publicaban el Código, (Los 15 'mandamientos morales' impuestos a los profesionales sanitarios de Castilla-La Manchamuchos aseguraban que su contenido, que incluye una serie de “valores” y preceptos que se presentan como una contribución para “construir una sociedad más justa y apta para la realización integral de nuestras relaciones en el trabajo” (sic) era, cuando menos, anacrónico, esperpéntico y totalmente risible, si no fuera por su carácter de obligado cumplimiento.

Códigos éticos

En términos generales el código ético de una empresa u organización, es decir su código de conducta, puede definirse como un documento corporativo en el que se presentan valores, criterios y normas para una correcta actuación ante dilemas, aspectos o situaciones concretas en los que se considera especialmente relevante  que los directivos y empleados sigan unas pautas de actuación aprobadas por la dirección. Puede afirmarse en gran medida que un código de ética es la máxima expresión de la cultura de una organización; representa una descripción de los valores que son aceptados por ésta; un compromiso con sus miembros, con la sociedad civil y con el Estado.

Como es lógico, un código ético, profesional o de un determinado ámbito laboral o empresarial, debe elaborarse a través de un profundo debate y discusión sobre los problemas y asuntos más relevantes o de interés para todos sus agentes y grupos de interés, (empleados, directivos, usuarios y receptores de sus servicios, etc.); solo así puede garantizarse que refleja en cada momento los valores sociales vigentes, sometidos siempre a un continuo y constante proceso de cambio.

No parece que esta haya sido la forma de proceder en este caso, cuya autoría no acaba de estar clara y de la que nadie parece responsabilizarse ahora, a la vista de la acogida obtenida.

El pretendido Código, intelectualmente pobre y con un evidente trasfondo reaccionario, consiste en realidad en una serie de reglas mal escritas, que parecen ser producto de una mezcla de pobres lecturas y de una mala digestión de las mismas, redactadas sin duda por algún aficionado a elucubraciones pseudofilosóficas con veleidades retóricas y pretensiones de solemnizar lo obvio.

Es poco serio afirmar de manera grandilocuente que se considerará inapropiada “la exposición deshonesta de cualquier parte íntima del cuerpo con el fin de ofender o molestar, o el hacer gestos o ademanes insultantes, ofensivos al pudor público (sic) aunque no estén dirigidos a alguien en particular”. Resulta absurdo y bochornoso leer que también son conductas inapropiadas “usar malas artes” (?), “el empleo de fuerza o violencia contra una persona con la intención de molestar u ocasionar daño corporal”, o “todas aquellas que puedan surgir de la mala fe profesional y personal”. Es casi de chiste leer cosas como: “Aceptar las disposiciones de los supervisores o en quien se delegue sabiendo, que igual que yo, ellos tienen derecho a equivocarse, pero hacen lo posible para no hacerlo.”

En realidad, una ética bien entendida pretende dar respuesta a cuestiones prácticas como '¿de qué forma debo vivir?', más que establecer dogmas sobre 'qué debemos aceptar como verdadero'. En este sentido, declarar rotundamente que “Creemos en la existencia de una verdad también en el orden moral”, como hace este documento, es una formulación que, como poco, solo puede ser considerada como producto de una ética rancia, dogmática y fundamentalista, propia del catecismo de Ripalda o del Padre Astete.

Un auténtico código ético es un compromiso institucional que tiene por finalidad afirmar, dentro y fuera de una organización, determinadas intenciones éticas fundamentales que afectan al comportamiento y al proceso de toma de decisiones. Es esencial por ello que el código se base en principios filosóficos sólidos y que el proceso de elaboración sea coherente con esos principios. De hecho, ese proceso es tanto o más importante que el resultado final. También es esencial que en él se involucre a los directivos y que haya una amplia participación de los trabajadores. Además, los directivos han de estar firmemente comprometidos con los contenidos del código y ser ejemplares en su cumplimiento. Un código debe incluir no solo preceptos y normas sustanciales sino también, y sobre todo, procedimentales.

Las creencias y los valores preceden a las actitudes y éstas a las conductas. La congruencia entre los valores de la institución y los del trabajador es lo que (de verdad) genera compromiso, sentido de pertenencia y auténtica cohesión y cultura de empresa. Es fundamental por ello que los profesionales se encuentren comprometidos con la visión de la organización. Los valores se transmiten a través del ejercicio y del liderazgo directivo.

La ética en (de) las organizaciones sanitarias es desde luego algo bastante más serio que el irrisorio adefesio vacío de contenido presentado por el SESCAM, que ahora encima quieren atribuir a los anteriores responsables y directivos (!) del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha. Resulta pintoresco que además mientan y pretendan engañar a la gente, (incumpliendo por cierto las propias normas que aparecen en ese esperpento). Pero como dijo alguien, “si les gustan las palabras que se las coman, y si les gustan los gatos, también, pero que no nos hablen después de liebres.”

(Por cierto, estos redactores, ¿habrán leído la Guía Ética -Código Deontológico- vigente para la profesión médica, aprobado por la OMC en 2011? ¿Conocerán el Código Deontológico de la Enfermería Española aprobado en 1989 y revisado en 2003? ¿Han leído otros códigos de ética pública?
(Continuará…)

miércoles, 26 de marzo de 2014

NPSF. Cuestión de seguridad

 Hemos hablado ya antes en alguna ocasión en el blog sobre la seguridad del paciente y la importancia de la participación/colaboración de los propios pacientes para prevenir o evitar los efectos adversos derivados de la atención sanitaria. Algunas entradas:


Como es conocido, tras la creación por la OMS de la Alianza Internacional para la Seguridad de los Pacientes en 2004, se considera que la implicación de los pacientes en la prevención de los efectos adversos es una condición sine qua non para conseguir su disminución y mejorar la calidad asistencial. En este sentido, en los últimos años los ministerios y organismos gubernamentales de muchos países, numerosas asociaciones y distintas agencias de seguridad de los pacientes han establecido un buen número de recomendaciones que han contribuido a desarrollar el movimiento de los pacientes por la seguridad de los pacientes.

En los Estados Unidos, una de estas instituciones, la National Patient Safety Foundation (NPSF), surge a partir de una idea propuesta en 1996 en una conferencia sobre errores médicos organizada por la American Association for the Advancement of Science, la American Medical Association (AMA), y el Annenberg Center for Health Sciences del Eisenhower Medical Center de California. En aquella reunión, los representantes de la AMA, la principal organización médica de EEUU, anunciaron sus planes para formar una Fundación que sería "una iniciativa de colaboración que involucre a todos los miembros de la comunidad profesional sanitaria destinada a estimular el liderazgo, fomentar la concienciación ciudadana y fortalecer la implementación, difusión y creación de conocimiento sobre seguridad del paciente."

Desde entonces, la Visión y el lema de la NPSF es crear un mundo donde los pacientes y quienes cuidan de ellos estén libres de daños (Creating a world where patients and those who care for them are free from harm). Su Misión es la de ser agente y voz principal en la seguridad del paciente, asociándose con pacientes y familias, con los profesionales del cuidado de la salud y otros agentes clave para avanzar en la seguridad del paciente y de los propios profesionales sanitarios y difundir estrategias para prevenir el daño. La NPSF es una organización independiente y sin ánimo de lucro. (Aquí su historia y cronología).

En 2007 se fundó el NPSF Lucian Leape Institute con el objetivo de proporcionar una visión estratégica para mejorar la seguridad del paciente. Presidido por el doctor Lucian Leape (bien conocido por ser uno de los principales expertos en el estudio de los errores médicos, impulsor y coautor de dos publicaciones de referencia como To err is Human y Crossing the Quality Chasm) el NPSF Lucian Leape Institute está constituido por expertos con un interés común en la seguridad del paciente, el Instituto funciona como un think tank para identificar nuevos enfoques para mejorar la seguridad, promover la innovación necesaria para agilizar el trabajo, crear mejoras significativas y sostenibles en la cultura, proceso y resultados y alentar a los agentes clave para asumir un papel importante en el avance de la seguridad del paciente.
Lucian Leape

Desde su creación, el NPSF Lucian Leape Institute ha venido centrando su actividad en identificar y destacar una serie de conceptos básicos y fundamentales en la seguridad del paciente, que fueron presentados en un artículo publicado en 2009 en la revista Quality and Safety in Health Care: Transforming Healthcare: A Safety Imperative.

En fecha reciente, el NPSF Lucian Leape Institute ha publicado el informe Safety Is Personal: Partnering with Patients and Families for the Safest Care en el que se insiste en la importancia de la participación e implicación de los pacientes y de todos los agentes implicados en la asistencia sanitaria. El resumen del documento viene a ser el siguiente:

Poder recibir una atención segura es, en definitiva, una experiencia personal. El daño producido a los pacientes como resultado de un error médico en el momento más vulnerable de sus vidas es una experiencia profundamente íntima para todos los que se ven involucrados. Los médicos y el personal resultan también profundamente afectados cuando se ven implicados en un evento adverso, y con frecuencia sufren vergüenza, culpabilidad, miedo y depresión durante largo tiempo.

Pero garantizar la seguridad de los pacientes también puede ser algo compartido y gratificante. Las ideas y las perspectivas de ambos, tanto de quienes experimentan la atención en su mejor momento, y de quienes la sufren en su peor momento, pueden ayudar a los líderes (gestores y directivos) sanitarios, a los médicos y al personal en todos los niveles, a introducir las mejoras necesarias para crear un sistema más seguro y más centrado en el paciente.

Involucrar a los pacientes y a sus familias en la mejora de la seguridad significa crear y establecer una asociación/colaboración eficaz entre quienes atienden y quienes reciben los cuidados en todos los niveles, incluyendo la relación clínica individual, los comités de seguridad, las comisiones de dirección, equipos de investigación y organismos nacionales para el establecimiento de políticas. Aumentar la participación a través de esa colaboración puede producir muchos beneficios, por una parte consiguiendo un ambiente de trabajo más seguro y más productivo para los profesionales y, por otro lado, mejorando la salud y los resultados para las personas.

Los pacientes y sus familiares comprenden cada vez mejor lo ventajoso de esta colaboración. Con demasiada frecuencia el propio sistema de salud se ha visto frenado hasta ahora —sea o no de forma intencionada— debido a su fragmentación, a una cultura profesional (muy) paternalista, a unos procesos pobremente diseñados y a la falta de experiencia por parte de médicos y responsables sanitarios en métodos prácticos para implicar y comprometer a los pacientes en la tarea de la seguridad.

Mientras que los pacientes y las familias pueden desempeñar un papel crítico en la prevención de errores médicos y reducir el daño, la responsabilidad de una atención segura recae principalmente sobre los líderes responsables de las organizaciones sanitarias, sobre los médicos y el personal asistencial. Muchas de las barreras y dificultades existentes para la participación a las que se enfrentan los pacientes y sus familias —como falta de acceso a sus historias clínicas, intimidación, miedo a represalias, inexistencia de herramientas fáciles de entender y listas de verificación (check-lists) para mejorar la atención segura— sólo pueden superarse si los directivos y los médicos apoyan que los pacientes y sus familias se sientan más seguros y confiados en su interacción con los proveedores de atención médica. Muchas de las herramientas necesarias para conseguirlo ya existen, pero el sistema también deberá proporcionar la educación y la capacitación necesarias para que los profesionales y los pacientes se conviertan en aliados más eficaces.

A partir de una mesa redonda sobre la participación de los pacientes y usuarios en la seguridad del paciente convocada por el NPSF Lucian Leape Institute ofrece un listado de recomendaciones para los líderes del sistema de salud, los médicos, los pacientes, las familias y quienes formulan políticas destinadas a promover la seguridad del paciente a través de alianzas con los pacientes y las familias:

Líderes de sistemas de salud
• Establecer la implicación y el compromiso de pacientes y familias como un valor fundamental para la organización.
• Involucrar a los pacientes y a las familias como socios iguales en el diseño y mejora de la atención a través de la organización y/o la práctica.
• Formar y capacitar a todos los médicos y el personal para ser socios efectivos con los pacientes y las familias.
• Asociarse con grupos de defensa (de los derechos) de los pacientes y otros recursos comunitarios para aumentar el compromiso y la concienciación pública.

Médicos y otros profesionales sanitarios
• Proporcionar información y herramientas de apoyo a los pacientes y familias para poder participar de manera efectiva en su propio cuidado.
• Implicar (y considerar) a los pacientes como socios iguales en el diseño de las actuaciones para la mejora de la atención y la seguridad.
• Proporcionar información clara, pedir disculpas y apoyar a los pacientes y a las familias cuando se produzcan errores.

Decisores de políticas de salud
• Involucrar a los pacientes en todos los comités de formulación de políticas y programas.
• Desarrollar, implementar e informar sobre medidas de seguridad que fomenten la mejora, la transparencia y la rendición de cuentas.
• Procurar que los pacientes estén involucrados en la creación e implementación de la agenda de investigación.

Pacientes, familias y el público
• Pregunte acerca de los riesgos y beneficios de las recomendaciones hasta que entienda las respuestas.
• No vayan solos al hospital o a las visitas al médico.
• Conozca siempre por qué y cómo tomar sus medicamentos y sus nombres.
• Esté muy seguro de que entiende el plan de actuación para su cuidado.
• Diga a los médicos con sus propias palabras lo que cree que le han dicho.
• Organícese para conseguir cualquier prueba de laboratorio que le hayan recomendado antes de una visita.
• Determine quién está a cargo de su cuidado.

En realidad, como se ve, muchas de estas recomendaciones no son nuevas, ni son exclusivas de ninguna organización o grupo de interés particular; surgen más bien de la creciente evidencia sobre el poder de la implicación y el compromiso, y buscan construir sobre lo que sabemos que se puede trabajar para reducir los eventos adversos. Impulsado por un (cierto) sentido de urgencia, el NPSF Lucian Leape Institute espera que este informe sirva como un llamamiento para la acción a los líderes de las organizaciones sanitarias, a los profesionales de la salud, los pacientes y sus familias y el público en general. Esto no debería considerarse simplemente como una nueva iniciativa o programa; se trata más bien de un esfuerzo para inspirar un alineamiento estratégico a través de las comunidades de receptores y usuarios de atención médica y defensores, decisores políticos, investigadores, médicos y líderes de salud, a comprometerse para incrementar la participación de los pacientes con el fin de reducir el daño.

El informe concluye, de manera muy expresiva, con un triple imperativo:

- Tenemos que movilizarnos.
- Todos estamos juntos en esto.
- Vamos a hacer este trabajo ahora.

sábado, 22 de marzo de 2014

En manos de sedicentes arúspices

“¿Qué es el futuro, al fin y al cabo, más que una estructura de expectativas y esperanzas? Reside en la mente. Carece de realidad.”
J. M. Coetzee (Elizabeth Costello)

A lo largo de la historia del ser humano, el deseo de conocer el futuro ha sido, es y será, seguramente, uno de los asuntos que más interés ha despertado en todas las sociedades y culturas sin excepción, en todas las épocas y en todas las latitudes.

Desde los astrónomos caldeos que escrutaban el cielo intentando averiguar en los astros el destino de los seres humanos, hasta los más modernos métodos de planificación o planteamiento estratégico, han sido numerosos los métodos, sistemas o procedimientos empleados en la predicción del futuro, bien mediante la observación e interpretación de diferentes fenómenos naturales, el empleo de distintas mancias o artes adivinatorias y el uso de todo tipo de sortilegios.

En las últimas décadas los estudios e informes de diversas instituciones y organismos económicos más o menos especializados, de los más conspicuos expertos y representantes de la llamada “ciencia lúgubre”, se han convertido (casi) en imprescindibles oráculos a la hora de adoptar decisiones políticas colectivas en distintos ámbitos que, como dolorosamente hemos podido comprobar, nos han conducido a la catástrofe en diversos grados.

Se ha llegado a dar por supuesto que a la hora de juzgar la validez científica de una argumentación económica lo que ha de contar no es cuán plausibles sean las hipótesis/modelos/teorías en que se sustenta, sino que lo importante sería su capacidad predictiva, es decir, el grado en que sus implicaciones se corresponden con lo que sucede en la realidad. No es casual que en algunas viñetas los Ministros de Economía o de Hacienda aparezcan dibujados como magos o brujos, con varita mágica incorporada, tal vez no tanto por su capacidad adivinatoria como por su poder de intervenir y condicionar/modificar la realidad con sus políticas.

En todo caso, resulta más que evidente que las cuestiones económicas tienen mucho de ideología, pero la ideología no debería movernos a ir en contra de la realidad. Las técnicas de predicción utilizadas en la actualidad son generalmente complejas e incorporan un considerable aparato matemático-estadístico, bastante inaccesible al común de los mortales, (lo que adicionalmente les reviste y otorga de un carácter iniciático y casi esotérico).

Dentro de la enorme variedad de métodos y técnicas específicas de predicción existentes, los enfoques y planteamientos posibles pueden reducirse a los tres siguientes, en función del tipo básico de información empleada:

1)   Los que utilizan información estadística sobre un fenómeno determinado a lo largo del tiempo (análisis de series temporales).
2)  Modelos basados en información estadística sobre varios fenómenos entre los cuales se supone que existe alguna relación causal.
3)  Información obtenida a partir de las experiencias, opiniones, actitudes y expectativas, (incluso preferencias) de cara al futuro, de determinados agentes a los que consideramos expertos en un campo determinado.

En resumen, por más sofisticado que se pretenda, todo el conocimiento técnico del campo de la predicción económica se reduce al desarrollo de tres enfoques posibles: a) Emplear el pasado como guía o indicador del posible hipotético futuro; b) Utilizar las relaciones que podamos conocer (o suponer) entre diferentes cuestiones; c) Recurrir a la (inevitable) subjetividad de las opiniones, actitudes o expectativas de quienes adoptan las decisiones o expertos.

En su libro Quirkology (traducido al castellano como “Rarología”), el psicólogo británico Richard Wiseman cuenta una curiosa y divertida historia que vendría a demostrar la imposibilidad de predecir con exactitud y de manera precisa los movimientos bursátiles. Un grupo de investigadores entregó unos cuantos miles de libras a un astrólogo que decía guiarse por las posiciones de los planetas para invertir en bolsa, a un broker experto, y a una niña que seleccionaba al azar las acciones sobre las que invertir. Al cabo de un mes, la única que ganó dinero con las acciones fue la niña.
En los primeros días de noviembre de 2008, cuando medio mundo temblaba por el terremoto financiero, se nacionalizaban bancos y los gobiernos occidentales se aprestaban a poner en marcha gigantescos planes de intervención, en una visita a la prestigiosa London School of Economics, la reina Isabel II se atrevió a preguntar ingenuamente (o no tanto): “¿Cómo es posible que nadie se hubiera dado cuenta de que se nos echaba encima esta espantosa crisis?” El profesor Luis Garicano, catedrático de Economía y Estrategia en la Institución, apenas si pudo farfullar una pobre defensa de un oficio al que ahora se acusa de incompetencia, miopía o, peor aún, de mentir. Sobre este suceso el periódico The Guardian escribió: “En otras épocas, por cosas como ésta alguien habría terminado en la horca;  ahora, la reina sólo quiere saber, como todos nosotros, qué demonios ha ido mal”.

La ola creciente de irritación, descrédito y desconfianza contra una disciplina responsable de la generación de teorías económicas y modelos realmente tóxicos en la medida que equivocaron a los políticos al tomar decisiones de política económica, pasando por la implicación de famosos economistas en la catástrofe financiera -tal como se cuenta en el film Inside Job- ayuda más bien poco a generar confianza y  a despejar dudas e incertidumbres. De hecho, algunos de sus más ilustres representantes llegan a reconocer que nadie en su sano juicio debería fiarse de entrada de lo que dijese ningún economista, por más alta que sea su reputación académica y el prestigio entre los propios miembros de la profesión. En todo caso, cabría cuestionar la utilidad y el sentido de unos modelos y de unas teorías cuyas predicciones, no sólo son abultadamente erróneas sino inservibles e incluso perversas, en la medida en que conducen a tomar decisiones irracionales.

Toda predicción debe hacer explícitos los supuestos en que se basa, empezando por desvelar los posibles conflictos de interés. Conviene no olvidar que quienes efectúan las predicciones tienen (también) sus propios intereses y condicionantes. Los modelos no son neutrales y las predicciones de la OCDEdel FMI, del BCE o de los diferentes servicios de estudios de las entidades financieras, no son únicamente el resultado frío y objetivo de una técnica, por lo que resulta muy aconsejable (siempre) evaluar a los responsables y conocer sus posibles servidumbres y dependencias.

En octubre de 2008, apenas un mes más tarde de la quiebra de Lehman Brothers, el brillante y reconocido politólogo italiano Giovanni Sartori, escribía en un editorial del Corriere della Sera: “Esperaba ser ilustrado por los economistas. Esperaba además un mea culpa. Porque el hecho es que la mayoría de la profesión no ha previsto la catástrofe que se avecinaba. ¿Era imposible preverla? Mentira. No sólo era previsible, sino que el punto de partida es que una ciencia económica que no sabe prever tiene poco de ciencia, por no decir nada.”

martes, 18 de marzo de 2014

La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo. 25 años de la World Wide Web

Foto: State of the Net vía flickr
 "Sin una red abierta y neutral en la que podamos confiar sin tener que preocuparnos de qué está pasando en la puerta trasera, no podemos tener un gobierno abierto, buena democracia, buena sanidad, comunidades interconectadas y diversidad cultural. No es ingenuo pensar que podemos conseguir todo eso, pero sí lo es pensar que podemos conseguirlo sentándonos tranquilamente a esperar".
Tim Berners-Lee

El pasado 11 de marzo sir Tim Berners-Lee considerado como el “padre” de la Red, (aquí su propuesta original) hizo pública una declaración con motivo de los 25 años de la creación de la Webal tiempo que reclamaba la elaboración de una especie de “Constitución” de Internet que sirviera para conseguir una red neutral, libre y protegida de interferencias políticas o empresariales. Una “carta magna” universal de derechos y deberes digitales que recoja especialmente aspectos relacionados con la privacidad, la libertad de expresión y el anonimato responsable, pero también otras cuestiones como la propiedad intelectual y la ética de la tecnología.

En su opinión son muchos los retos aún pendientes, entre los que cabe señalar:

      ¿Cómo conectar a casi dos tercios de la población del planeta que no aún no puede acceder la Web? [De los 7.000 millones de habitantes del planeta, sólo 2.700 tienen acceso a la web. El proyecto internet.org (impulsado por Facebook, y otras seis compañías de telefonía móvil: Samsung, Nokia, Ericsson, Mediatek, Opera y Qualcomm) es lograr una conexión para esos dos tercios que aún no cuentan con ella. Según un estudio encargado a Deloitte con ello se lograría un aumento de la productividad de hasta el 25% en las economías en desarrollo. Como resultado, en ellas se generarían 1.6 billones de euros en PIB y más de 140 millones de puestos de trabajo, sacando de la pobreza a 160 millones de personas. El informe hace hincapié en que el acceso a la Red proveería de información vital sobre nutrición, higiene y prevención de enfermedades.

 ¿Quién tiene derecho a recopilar y usar nuestros datos personales, con qué propósito, bajo qué normas?

  ¿Cómo crear una arquitectura abierta y de alto rendimiento que pueda funcionar en cualquier dispositivo, en vez de retroceder a propuestas cerradas o alternativas propietarias?

Coincidiendo con esta notable efeméride, Pew Research conjuntamente con la Elon University ha realizado un sondeo entre 2.558 expertos en Internet a fin de recabar cómo será, desde su punto de vista, la World Wide Web en 2025La encuesta se realizó entre finales de noviembre de 2013 y principios de enero de este año. Sus conclusiones son, tan apasionantes como aterradoras. Siendo cierto que se abre ante nosotros un universo de posibilidades casi inimaginables hasta ahora, no lo es menos que la privacidad y el control de nuestras vidas pueden quedar dañados para siempre.

Sea como fuere, una cosa está clara: de aquí a una década el paradigma que ha supuesto la Red se habrá impuesto de manera definitiva: será una parte tan corriente e imprescindible de nuestro devenir cotidiano como, por ejemplo, la electricidad. Algo básico para que todo funcione, si no lo es ya.

Son quince las tendencias en las que los investigadores de Pew Research han agrupado las  aportaciones de los expertos consultados, si bien casi todos están de acuerdo y destacan sobre todo cuatro de ellas de forma transversal:

1. Un entorno informático en red global “inmersivo”, invisible, por la generalización en el día a día del Internet de las Cosas gracias a la proliferación de sensores inteligentes, cámaras, dispositivos susceptibles de conexión, software, bases de datos y su almacenamiento masivo en un tejido de información mundial. Su familiaridad convertirá lo online en algo aún más cotidiano de lo que ya lo es hoy.

2. Avances muy importantes en realidad aumentada, que se irá incorporando cada vez más a dispositivos portátiles o tecnologías implantables, como hemos visto en numerosas películas de ciencia ficción.

3. Ruptura de los modos tradicionales de hacer negocios, de acceso a la educación, la  asistencia sanitaria o el consumo de ocio, entre otros.

4. Monitorización y seguimiento de la actividad personal y social a través de la acumulación masiva de datos de individuos y colectividades y el adecuado tratamiento de los mismos.

Los expertos esperan una serie de tendencias, tanto positivas como negativas, que se extenderán y ampliarán en la próxima década, revolucionando la mayoría de las interacciones humanas, y que afectarán especialmente a la sanidad, la educación, el trabajo, la política, la economía y el ocio. La mayoría cree que los resultados de esa (mayor) conectividad serán principalmente positivos. Sin embargo, cuando se les pregunta sobre aspectos buenos y malos que prevén el futuro, muchos de los expertos pueden también identificar claramente entre sus áreas de interés algunos extremadamente peligrosos. Una mayor preocupación sobre la ética de las relaciones interpersonales, la vigilancia, el terror y el crimen, que puede llevar a las sociedades a preguntarse sobre todo acerca de cuál es la mejor forma de establecer (y garantizar) seguridad y confianza conservando las libertades ciudadanas.
Cómo contribuye Internet a la mejora de la salud

En general, de las 15 predicciones identificadas sobre nuestro futuro digital ocho de ellas pueden considerarse como “esperanzadoras”, otras seis como “preocupantes” y la restante como neutral, una especie de consejo relativo a las decisiones que se adopten ahora, que condicionarán sensiblemente el futuro. De alguna manera se pone de manifiesto que en el proceso de consolidación de Internet resulta esencial el establecimiento de mecanismos de control y de entornos regulatorios que eviten los abusos o el fraude, a pesar de que su implantación atente, en apariencia, contra la libertad que el nuevo marco de relaciones y acceso a la información ofrece.

Tesis más esperanzadoras:

1.    La información será compartida a través de Internet sin apenas esfuerzo y estará tan “entretejida” en la vida diaria que se convertirá en “invisible”, fluyendo como la electricidad, a menudo a través de máquinas como intermediarios.

2.    La extensión de Internet mejorará la conectividad global, fomentando las relaciones interplanetarias y disminuyendo la ignorancia.

3.    La Internet de las cosas, la inteligencia artificial y los ‘big data’ harán a la gente más consciente de su mundo y de su propio comportamiento.  

4.    La ‘realidad aumentada’ y los dispositivos implantables se desarrollarán para dar respuestas rápidas en la vida diaria, especialmente vinculadas a la salud personal.

5. La tecnología facilitará la toma de conciencia y la acción política, fomentando la aparición de levantamientos y cambios pacíficos como los de la “Primavera Árabe”.

6.    La extensión de ‘Ubernetreducirá el significado de las fronteras y pueden surgir nuevas “naciones” a partir de intereses compartidos, lo que hará disminuir el poder/control de los actuales Estados-nación sobre la población.

7.    Internet se convertirá en “los Internets”: la Red se fragmentará en canales independientes para luchar contra los problemas de seguridad y velar por la privacidad de sus usuarios.

8.   Acceso universal a todo el conocimiento humano. La educación se extenderá y fomentará la aparición de más oportunidades con menos dinero gastado en bienes raíces y maestros.

Tesis menos esperanzadoras (y preocupantes):

9.    El incremento de las diferencias puede dar lugar a la aparición de peligrosas desigualdades entre los que tienen y los que no poseen nada, lo que puede derivar en conflictos violentos al amplificar los sentimientos de pérdida e injusticia.

10.  (Como es sabido), en Internet también afloran las peores actividades y los peores sentimientos del ser humano. Desde el ciberacoso al ciberterrorismo, desde la pereza, la estupidez, la pornografía y el juego sucio, hasta el crimen organizado, forman parte de lo que pueden hacer quienes quieren hacer la vida imposible a los demás.

11.  Presionados por estos cambios, los gobiernos y corporaciones tratarán de afirmar su poder  invocando la seguridad y las costumbres.

12.  La gente continuará realizando intercambios que favorezcan la conveniencia y la ganancia inmediata sobre la privacidad. Esta privacidad llegará a ser algo que solamente algunos privilegiados podrán disfrutar.

13.  Los seres humanos y las organizaciones actuales no pueden responder con la  suficiente rapidez a los desafíos que suponen y representan las redes complejas.

14.  La mayoría de la gente todavía no está notando los cambios profundos que ya traen las redes de comunicaciones de hoy; estas redes serán aún más disruptivas en el futuro.

El consejo:

15. Las previsiones y las predicciones más precisas marcarán la diferencia. “La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo”. Lo fundamental es tomar buenas decisiones hoy.

Lo que resulta indudable es que serán muchas las repercusiones en todos los ámbitos -político, económico, cultural, tecnológico o social- derivadas del proceso de adaptación de nuestra vida real al (cada vez más) imperante entorno virtual. Algunas serán muy positivas, otras tal vez no lo serán tanto. Muchas, seguramente inimaginables aún hoy, surgirán al calor de las inmensas oportunidades que se abren en un mundo inabarcable en el que casi todo está por decidir e inventar. Pero en gran medida dependerá de nosotros…
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jueves, 6 de marzo de 2014

Ecosistemas de (auto)aprendizaje en salud



En esta ocasión el punto de partida y la propuesta de #CarnavalSaludfeb14 es: Formación y aprendizaje en salud ¿Son posibles otros modelos? He aquí algunas pobres reflexiones hilvanadas en torno a este asunto:

Desde la perspectiva de la gestión del conocimientoes evidente que los últimos desarrollos de las TIC han permitido que los sistemas y modalidades tradicionales de formación, educación y enseñanza (en todo el mundo, en todos los niveles y en todos los ámbitos), habitualmente sujetos y condicionados por la limitación física del tiempo y del espacio, hayan dado paso y hayan facilitado la aparición desde hace unos años de aulas virtuales permanentes y asíncronas. De esta manera, las TIC evolucionadas se han convertido en herramientas y motores clave para el cambio de modelo y la transformación educativa.

Mientras la concepción de la “escuela” tradicional se mantenía anclada en los clásicos sistemas presenciales de la tradición oral, en los libros de texto y en el aprendizaje lineal, los “alumnos” actuales viven en un mundo diferente con recursos y medios diferentes, que les permiten acceder a la información de diferentes maneras. En términos generales, los estudiantes de hoy prefieren un acceso rápido y abierto a información en red e hipervinculada; prefieren conectarse y comunicarse con muchas otras personas; el uso de herramientas digitales en vez de la imprenta; los recursos multimedia antes que el texto; el aprendizaje just-in-time relevante y útil que al mismo tiempo les permita expresar su creatividad.

El ámbito sanitario es sin duda uno de los sectores profesionales donde se pone más claramente de manifiesto (a veces de forma dramática), la necesidad permanente de la continuidad de la formación y actualización a lo largo de toda la vida profesional. La aparición de una serie de herramientas digitales, singularmente de los desarrollos de la Web 2.0, han supuesto (y están suponiendo) una auténtica revolución en los sistemas de educación y aprendizaje que están contribuyendo a facilitar y mejorar esta formación.

Hasta fecha reciente las plataformas más utilizadas de aprendizaje a distancia a través de Internet (e-Learning), habían sido diseñadas desde una perspectiva centrada en la institución/organización educativa y en el grupo-clase. Sirven para gestionar alumnos, materiales, calificaciones, etc. El profesor (la organización o institución) es quien define y administra el espacio del grupo, las herramientas y los flujos de la comunicación, diseña las actividades de aprendizaje, establece los tiempos y materiales que se utilizarán y quién evalúa el rendimiento de los alumnos. Una división del trabajo habitual, y típica, en la educación formal avalada por una institución educativa. Sin embargo, Internet ha ampliado enormemente las posibilidades de educación y aprendizaje informal a lo largo del ciclo vital. En la era de la Web 2.0, la web social y participativa, de las redes sociales, del libre acceso a herramientas y servicios, de las arquitecturas de participación en comunidades y redes de práctica, muchos expertos e investigadores se preguntan cómo es posible facilitar la utilización de dichos recursos a lo largo de toda la vida e incluso integrar el aprendizaje informal y la adquisición de nuevas capacidades de manera natural en los procesos de educación formal tutelados por una institución, que normalmente constituyen la formación inicial de muchas personas. Ese es el reto hoy.
Nursing School Anatomy Class (c. 1900)
Nos encontramos pues, (también en sanidad), cada vez más inmersos en entornos de aprendizaje personal EPA (PLE o personal learning environement) donde los mismos profesionales que aprenden construyen y organizan sus propios objetivos, gestionan su (auto)aprendizaje, tanto el contenido como el procedimiento y la comunicación con otros pares en el proceso.

Muchos profesionales entienden ya que estos entornos no solo se refieren a herramientas web y tecnologías digitales, sino que abarcan y tienen en cuenta también la importancia de integrar tecnologías ‘maduras’ y otros recursos no digitales, como por ejemplo los propios compañeros de trabajo, periódicos y otros medios de comunicación, libros, televisión, radio, teatro, cine, etc. Todo aquello que pueda facilitar apoyo al profesional/estudiante para un aprendizaje significativo.

Esta idea, por lo amplio y complejo de su estructura, puede entenderse como un auténtico “ecosistema digital”. De hecho, este amplio espectro está más imbricado en el del usuario, más ligado de forma global a las múltiples interacciones y acciones de las personas, estableciéndose un “ecosistema del conocimiento”.

De esta manera, un PLE es más un concepto que un sistema informático, un conjunto de herramientas que trabajan juntas de manera abierta, interoperable y bajo el control de la persona que (auto)aprende (y no del docente o la organización/institución). Esto incluye proporcionar soporte para fijar sus propios objetivos de capacitación y (auto)aprendizaje; gestionar el mismo, tanto los contenidos como el modo de transmisión, así como la comunicación con otras personas en este proceso y conseguir, por tanto, los objetivos diseñados de aprendizaje.

En mi opinión, el futuro pasa por configurar estos entornos personales/profesionales de (auto)aprendizaje, como herramientas para el desarrollo de capacidades, adquisición de habilidades y competencias, la actualización de conocimientos, el aprendizaje informal y el desarrollo profesional a lo largo de todo el ciclo vital, haciéndolos compatibles con los sistemas (aún) vigentes. Ello provocará indudablemente una mutación o redefinición de los postulados en los que hasta la fecha se basaba la educación reglada y el aprendizaje formal, que habrá de conectarse necesariamente para asegurar la validez, acreditación o certificación de esos conocimientos.

Mi propia experiencia personal puede ser, si no representativa, sí ilustrativa de cómo se vienen produciendo estos acontecimientos:

En los últimos cinco años he tenido la oportunidad de realizar un curso de experto mediante un sistema mixto o semipresencial (Blended learning) a lo largo de un periodo de seis meses.

En varios casos he participado como alumno y he sido tutor de diferentes actividades formativas realizadas on line en distintas instituciones y organizaciones profesionales y/o académicas. De manera informal (y ‘desinstitucionalizada’) he participado también en diferentes eventos, jornadas, seminarios, etc., algunos seguidos mediante streaming y otras herramientas digitales. He tenido ocasión de seguir varios cursos MOOC (acrónimo de Cursos en línea, masivos y abiertos),  que me resultaban interesantes y que, llegado el caso, podrían acreditarse.

Participo habitualmente en varias comunidades de práctica; desde hace tiempo las redes sociales y la "blogosfera sanitaria" vienen siendo un vehículo insustituible y un torrente inagotable (e inabarcable) de ideas, un río de conversaciones, información, noticias, trabajos o estudios de investigación, que me permiten estar al día, crear y compartir libremente contenidos on line, conocer qué ocurre en el ámbito del sector salud y me ayudan a manejar de una forma más eficiente y útil el flujo de información continuo y abundante que podemos transformar en conocimiento…

Y, finalmente, también he venido asistiendo, más o menos regularmente, de manera presencial, a una serie de congresos sanitarios que siempre (siempre) me hacen recordar con una cierta -e inevitable- mala conciencia (soportable solo por el hecho de no realizar actividad clínica y por tanto no tener que prescribir medicamentos), la inquietante portada de un viejo número del BMJ, publicado en mayo de 2003, que incluía un polémico y llamativo artículo del que entonces era su director, Richard Smith, sobre las ‘conflictivas’ relaciones entre los profesionales médicos y las empresas farmacéuticas: No more free lunches BMJ 2003;326:1155


E intentando dar (una) respuesta a la pregunta planteada por #CarnavalSaludfeb14, considero que sí son posibles otros modelos de formación y aprendizaje en salud (y en otras áreas). En un mundo móvil e interconectado algunas de las claves o ideas-fuerza que están contribuyendo precisamente a derribar los muros de esa especie de "jardín vallado" sin comunicación con el resto de la red, administrado y gestionado hasta ahora solo por supuestos profesores y expertos, son las de la Web social: altruismo, colaboración, trabajo en red, interacción e intercambio, autonomía, autoorganización y horizontalización de la tradicional relación jerárquica y vertical en la transmisión del conocimiento…

miércoles, 5 de marzo de 2014

Confesiones de una paciente amish: no tengo WhatsApp pero si GuaSa

Una entrada de Teresa Suárez Fernández para #CarnavalSaludFeb14

Pregunta 1: ¿Telemedicina o cirujano arrogante?

El uso de las TICs es de suma importancia en cualquier ámbito pero especialmente en el área de la salud, ya que el notable desarrollo de la tecnología médica ha permitido importantes avances en la formación sanitaria, en el conocimiento de las enfermedades y en la cura de las mismas.

Por ejemplo la telemedicina, basada en las comunicaciones y en la práctica a distancia, incluye tanto el diagnóstico y tratamiento como la educación médica. Una tele conferencia permite que un cirujano asista a una intervención quirúrgica, que se está realizando a miles de kilómetros, y que pueda aconsejar a los cirujanos que la están practicando. La cirugía robótica posibilita que el robot efectúe un proceso quirúrgico de una manera más precisa eliminando de la ecuación los posibles errores humanos achacables al agotamiento. Es un recurso tecnológico que aporta velocidad, precisión, fiabilidad y unas posibilidades infinitas de enseñanza, aprendizaje y práctica a distancia, pero también tiene inconvenientes, el principal su elevado coste. 

Además, ¿que pasa si en mitad de la operación se produce una caída del servidor por sobrecarga en la red? ¿Te quedarás con el apéndice a medias de extraer mientras aparece un cartel luminoso rojo que anuncia a aquellos que estén viendo por videoconferencia la teleoperación: "Lo sentimos. Estamos sufriendo un corte en el servicio. Nuestro equipo trabaja para arreglarlo tan pronto como sea posible. Gracias por su paciencia"?

Respuesta: mientras sea posible elegir prefiero, sin dudarlo, que me opere un cirujano (sobre todo si se parece al doctor Derek Shepherd de “Anatomía de Grey”) antes que R2D2  (el robot bajito de “La guerra de las galaxias”).


Está demostrado que las nuevas tecnologías conectan y promueven la colaboración entre centros educativos, el mundo laboral y los medios de comunicación, al igual que proporcionan medios para hacer llegar, en todo momento y a cualquier lugar, la formación "a medida" que la sociedad nos exige hoy en día.

Pregunta 2: ¿Formación a distancia o congreso?


Es indudable que las TIC permiten mejorar y potenciar la formación y el aprendizaje en múltiples aspectos, sí, pero también suponen una amenaza de extinción para esa parte de la comunicación humana que se nutre del contacto con los demás: completamos lo que somos dando a otros y recibiendo de ellos. El hombre ya no es un “ser social por naturaleza”, como afirmó Aristóteles, es “un ser social siempre y cuando tenga Twitter, perfil en Facebook, cuenta en Instagram, videos en YouTube y, por supuesto, WhatsApp”.

En la falsa privacidad que proporciona el ciberespacio es fácil liberarse de la ansiedad y el temor que pueden llegar a generar las relaciones sociales diarias con contacto directo. La contrapartida es que en ese mundo virtual, de relaciones virtuales, amigos virtuales y abrazos virtuales, en vez de desarrollar habilidades sociales que nos sirvan para la vida real se genera una tendencia creciente al aislamiento. Es habitual encontrar grupos de chicos y chicas sentados que, sin dirigirse la palabra, no levantan la vista de sus tablets o smartphones mientras escriben, a toda velocidad, mensajes a dos dedos dirigidos a gente que siempre parece más interesante que la persona que tienen al lado. Lo mismo ocurre entre parejas o cuando estás tomándote un café con alguien que se remueve inquieto cada vez que escucha el soniquete que le avisa de la entrada de un nuevo Whatsapp o Tweet.

Es tal la velocidad de contagio que ya existe nombre para los adictos a esta tecnología: síndrome FOMO (Fear Of Missing Out). Este miedo a quedarse “fuera de onda”, a perderse acontecimientos relevantes, empuja a los usuarios a publicar un sinfín de comentarios y fotografías con el único objetivo de dejar patente en las redes lo maravillosa que es su vida y ellos mismos. Tan estresante resulta esta necesidad de crear perfiles que nos definan como personas interesantes de cara a los demás, como el asimilar el enorme flujo de información que circula a través de las redes.


Respuesta 2: a la pregunta de si los cursos presenciales deben ser sustituidos por un aprendizaje completamente virtualizado (correo electrónico, páginas Web, foros de discusión, mensajería instantánea), por una educación únicamente a distancia, mi respuesta es NO. Quizá complementario pero nunca sustitutivo. El e-learning está bien pero no se puede comparar a un curso de verano en El Escorial.

Además no hay que olvidar aquello de “lo que pasa en un congreso, se queda en el congreso” máxima que nos vendrá de perlas en el caso de que, entre ponencia y ponencia, surja algún pequeño affaire con una médica cañón, un doctor macizo o una enfermera potente. Siempre será mejor que adentrarnos directamente en la Web 3.0 (camino evolutivo de la red que conduce a la inteligencia artificial) y enamorarnos de un sistema operativo diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario por mucho que este tenga la voz de Scarlett Johansson (argumento de la película “Her”, Oscar 2014 al mejor guión original).

¿No están de acuerdo?
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