En
esta ocasión el punto de partida y la propuesta de #CarnavalSaludfeb14 es: Formación y
aprendizaje en salud ¿Son posibles otros modelos? He aquí algunas pobres reflexiones hilvanadas en torno a este asunto:
Desde
la perspectiva de la gestión del conocimiento, es evidente que los últimos desarrollos de las TIC han permitido que los
sistemas y modalidades tradicionales de formación, educación y enseñanza (en
todo el mundo, en todos los niveles y en todos los ámbitos), habitualmente sujetos
y condicionados por la limitación física del tiempo y del espacio, hayan dado
paso y hayan facilitado la aparición desde hace unos años de aulas virtuales
permanentes y asíncronas. De esta manera, las TIC evolucionadas se han
convertido en herramientas y motores clave para el cambio de modelo y la
transformación educativa.
Mientras
la concepción de la “escuela” tradicional se mantenía anclada en los clásicos sistemas
presenciales de la tradición oral, en los libros de texto y en el aprendizaje
lineal, los “alumnos” actuales viven en un mundo diferente con recursos y
medios diferentes, que les permiten acceder a la información de diferentes
maneras. En términos generales, los estudiantes de hoy prefieren un acceso
rápido y abierto a información en red e hipervinculada; prefieren conectarse y
comunicarse con muchas otras personas; el uso de herramientas digitales en vez
de la imprenta; los recursos multimedia antes que el texto; el aprendizaje just-in-time relevante y útil que al
mismo tiempo les permita expresar su creatividad.
El
ámbito sanitario es sin duda uno de los sectores profesionales donde se pone
más claramente de manifiesto (a veces de forma dramática), la necesidad
permanente de la continuidad de la formación y actualización a lo largo de toda
la vida profesional. La aparición de una serie de herramientas digitales,
singularmente de los desarrollos de la Web 2.0, han supuesto (y están
suponiendo) una auténtica revolución en los sistemas de educación y aprendizaje
que están contribuyendo a facilitar y mejorar esta formación.
Hasta
fecha reciente las plataformas más utilizadas de aprendizaje a distancia a
través de Internet (e-Learning), habían sido diseñadas desde una perspectiva centrada en la institución/organización
educativa y en el grupo-clase. Sirven para gestionar alumnos, materiales,
calificaciones, etc. El profesor (la organización o institución) es quien
define y administra el espacio del grupo, las herramientas y los flujos de la
comunicación, diseña las actividades de aprendizaje, establece los tiempos y
materiales que se utilizarán y quién evalúa el rendimiento de los alumnos. Una
división del trabajo habitual, y típica, en la educación formal avalada por una
institución educativa. Sin embargo, Internet ha ampliado enormemente las
posibilidades de educación y aprendizaje informal a
lo largo del ciclo vital. En la era de la Web 2.0, la web social y participativa, de las redes sociales,
del libre acceso a herramientas y servicios, de las arquitecturas de
participación en comunidades y redes de práctica, muchos expertos e
investigadores se preguntan cómo es posible facilitar la utilización de dichos
recursos a lo largo de toda la vida e incluso integrar el aprendizaje informal y
la adquisición de nuevas capacidades de manera natural en los procesos de
educación formal tutelados por una institución, que normalmente constituyen la
formación inicial de muchas personas. Ese es el reto hoy.
Nos
encontramos pues, (también en sanidad), cada vez más inmersos en entornos de aprendizaje personal EPA (PLE o personal
learning environement) donde los mismos profesionales que aprenden construyen y organizan sus propios
objetivos, gestionan su (auto)aprendizaje, tanto el contenido como el procedimiento
y la comunicación con otros pares en el proceso.
Muchos profesionales entienden ya que estos entornos no solo se refieren a herramientas web y tecnologías digitales, sino que abarcan y tienen en cuenta también la importancia de integrar tecnologías ‘maduras’ y otros recursos no digitales, como por ejemplo los propios compañeros de trabajo, periódicos y otros medios de comunicación, libros, televisión, radio, teatro, cine, etc. Todo aquello que pueda facilitar apoyo al profesional/estudiante para un aprendizaje significativo.
Esta idea, por lo amplio y complejo de su estructura, puede entenderse
como un auténtico “ecosistema digital”. De hecho, este amplio espectro está más
imbricado en el del usuario, más ligado de forma global a las múltiples
interacciones y acciones de las personas, estableciéndose un “ecosistema del
conocimiento”.
De
esta manera, un PLE es más un concepto que un sistema informático, un conjunto
de herramientas que trabajan juntas de manera abierta, interoperable y bajo el
control de la persona que (auto)aprende (y no del docente o la
organización/institución). Esto incluye proporcionar soporte para fijar sus
propios objetivos de capacitación y (auto)aprendizaje; gestionar el mismo,
tanto los contenidos como el modo de transmisión, así como la comunicación con
otras personas en este proceso y conseguir, por tanto, los objetivos diseñados
de aprendizaje.
En
mi opinión, el futuro pasa por configurar estos entornos personales/profesionales
de (auto)aprendizaje, como herramientas para el desarrollo de capacidades, adquisición
de habilidades y competencias, la actualización de conocimientos, el
aprendizaje informal y el desarrollo profesional a lo largo de todo el ciclo
vital, haciéndolos compatibles con los sistemas (aún) vigentes. Ello provocará
indudablemente una mutación o redefinición de los postulados en los que hasta
la fecha se basaba la educación reglada y el aprendizaje formal, que habrá de
conectarse necesariamente para asegurar la validez, acreditación o
certificación de esos conocimientos.
Mi
propia experiencia personal puede ser, si no representativa, sí ilustrativa de cómo
se vienen produciendo estos acontecimientos:
En
los últimos cinco años he tenido la oportunidad de realizar un curso de experto
mediante un sistema mixto o semipresencial (Blended learning) a lo largo de un periodo de seis meses.
En
varios casos he participado como alumno y he sido tutor de diferentes
actividades formativas realizadas on line
en distintas instituciones y organizaciones profesionales y/o académicas. De
manera informal (y ‘desinstitucionalizada’) he participado también en
diferentes eventos, jornadas, seminarios, etc., algunos seguidos mediante streaming y otras herramientas
digitales. He tenido ocasión de seguir varios cursos MOOC (acrónimo de Cursos en línea, masivos y abiertos), que me resultaban interesantes y que, llegado el caso, podrían acreditarse.
Participo
habitualmente en varias comunidades de práctica; desde hace tiempo las redes
sociales y la "blogosfera sanitaria" vienen siendo un vehículo insustituible y un
torrente inagotable (e inabarcable) de ideas, un río de conversaciones, información,
noticias, trabajos o estudios de investigación, que me permiten estar al día, crear
y compartir libremente contenidos on line,
conocer qué ocurre en el ámbito del sector salud y me ayudan a manejar de una
forma más eficiente y útil el flujo de información continuo y abundante que
podemos transformar en conocimiento…
Y, finalmente, también he venido asistiendo, más o menos regularmente, de manera presencial, a una serie de congresos sanitarios que siempre (siempre) me hacen recordar con una cierta -e inevitable- mala conciencia (soportable solo por el hecho de no realizar actividad clínica y por tanto no tener que prescribir medicamentos), la inquietante portada de un viejo número del BMJ, publicado en mayo de 2003, que incluía un polémico y llamativo artículo del que entonces era su director, Richard Smith, sobre las ‘conflictivas’ relaciones entre los profesionales médicos y las empresas farmacéuticas: No more free lunches BMJ 2003;326:1155
E intentando dar (una) respuesta a la pregunta planteada por #CarnavalSaludfeb14, considero que sí son posibles
otros modelos de formación y aprendizaje en salud (y en otras áreas). En un
mundo móvil e interconectado algunas de las claves o ideas-fuerza que están contribuyendo
precisamente a derribar los muros de esa especie de "jardín vallado"
sin comunicación con el resto de la red, administrado y gestionado hasta ahora
solo por supuestos profesores y expertos,
son las de la Web social: altruismo, colaboración, trabajo en red, interacción e intercambio,
autonomía, autoorganización y horizontalización de la tradicional relación
jerárquica y vertical en la transmisión del conocimiento…
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