Una entrada de mi amiga
Teresa Suárez Fernández, publicada previamente en dclm.es (23 de agosto)
y en El Porvenir de Castilla-La Mancha (24 de agosto), completada con algunos enlaces...
La estructura de la Consejería de Sanidad del Gobierno Regional [de Castilla-La Mancha], recientemente aprobada, incluye
la creación de la Dirección General de Calidad y Humanización de la Asistencia Sanitaria, denominación en la que una
palabra, la destacada en negrita, se lleva todo el protagonismo e induce a
preguntarse si dicho nombre no resultará un poco rimbombante, grandilocuente o
excesivo para un órgano directivo de esta administración o de cualquier otra.
Si la curiosidad les lleva a
buscar el significado del término "humanizar"
comprobarán que el diccionario de la RAE nos ofrece dos acepciones:
1. Hacer humano, familiar y
afable a alguien o algo.
2. Ablandarse, desenojarse,
hacerse benigno.
Aclarado el concepto, toca preguntarse si en
Castilla-La Mancha ha existido la necesidad de ablandar, desenojar y hacer
benigno o de hacer humano, familiar y afable a alguien o algo. Si tenemos en
cuenta que Mª Dolores Cospedal, la anterior Presidenta, recibió en 2013 y 2014
el premio "Gente Sin Alma" (creado para "dar
a conocer a las personas, instituciones o empresas que muestren mayor
insensibilidad y ensañamiento contra la Ley de Dependencia y el aprovechamiento
que de estas actuaciones pueden derivarse, y cuyas opiniones o actuaciones
produzcan más desamparo y sufrimiento a las personas en situación de
dependencia y sus familias") la cosa se aclara un poco.
Si además recordamos que, en
2014, el segundo premio recayó en José Ignacio Echaniz, anterior Consejero de
Sanidad y Asuntos Sociales, queda patente que los más débiles y desfavorecidos
de la sociedad castellano-manchega llevan cuatro años clamando por ese trato
humano que se les estaba negando de manera sistemática.
Entre las causas de la
deshumanización de la asistencia sanitaria se encuentran la
"dictadura" de la tecnología que lleva a la cosificación del enfermo, el complejo mundo sociosanitario
(masificación, despersonalización, burocracia), la súper-especialización, la
aplicación de criterios mercantilistas a la gestión sanitaria (cumplimiento de
objetivos, el negocio de la sanidad) y la negación del sufrimiento y la muerte
que afecta por igual a pacientes familiares y profesionales ("El mayor tormento de Iván Ilich era la mentira, la mentira que por
algún motivo todos aceptaban, según la cual él no estaba muriéndose, sino que
sólo estaba enfermo, y que bastaba con que se mantuviera tranquilo y se
atuviera a su tratamiento para que se pusiera bien del todo. Él sabía, sin
embargo, que hiciesen lo que hiciesen nada resultaría de ello, salvo
padecimientos aún más agudos y la muerte. Y le atormentaba esa mentira, le
atormentaba que no quisieran admitir que todos ellos sabían que era mentira y
que él lo sabía también, y que le mintieran acerca de su horrible estado y se
aprestaran, más aún, le obligaran a participar en esa mentira"). [de
Leon Tolstoi, La muerte de Iván Illich, cap. VII].
El lamento por esta
deshumanización no es un fenómeno exclusivo de nuestra Comunidad Autónoma, sino
universal, como universal es el deber de restitución que políticos y gestores
deben asumir para asegurar que la asistencia sanitaria se preste priorizando el
respeto a la dignidad humana. En ese sentido, que la palabra humanización
aparezca en el nombre de un organismo oficial es toda una declaración de
intenciones, de buenas intenciones.
Pero, ¿qué significa humanizar en el mundo sanitario? Según José Carlos Bermejo (Director del Centro de Humanización de la Salud
de Madrid, Doctor en Teología Pastoral Sanitaria y Máster en Bioética)
significa "hacer referencia al
hombre en todo lo que se realiza para promover y proteger la salud, curar las
enfermedades, garantizar un ambiente que favorezca una vida sana y armoniosa a
nivel físico, emotivo, social y espiritual".
¿Cómo se humaniza la asistencia sanitaria? Respetando,
en primer lugar, el hecho de que cada persona es única e irrepetible y que, por tanto, responde de manera
diferente a las crisis vitales. Reconociendo el protagonismo que tanto los
pacientes como sus familiares tienen en los procesos asistenciales y que exige
contar con una información clara y precisa que les permita comprender su
situación, conocer las opciones terapéuticas disponibles y asumir sus
responsabilidades, es decir, colaborar activamente en el restablecimiento de su
salud.
Humanizar la gestión, humanizar
las relaciones, humanizar los espacios, humanizar los tiempos…
Si, como afirma Bermejo, "humanizar la vida cuando ésta se presenta en
situaciones de precariedad significa, ante todo, comprometerse por erradicar
las injusticias, sus causas y sus consecuencias", podemos afirmar que
los castellano-manchegos, tras las últimas elecciones autonómicas, demostramos
nuestro firme compromiso por erradicar las injusticias votando por el cambio
político; ahora le toca al gobierno actual erradicar sus causas, poniendo fin a
la dura política de recortes que ha llevado al borde de la desesperación y la
exclusión social a tantas familias, y sus consecuencias, devolviendo a las
personas la fe en las instituciones.
Es un deber de los políticos, los
profesionales, los pacientes y los familiares, trabajar conjuntamente para
HUMANIZAR la asistencia sanitaria en la salud, en la enfermedad y, llegado el
momento, en la muerte como etapa final de la existencia.
Teresa Suárez