Foto: Greg Baker (AFP)
Un Congreso memorable por muchas cosas…
Organizado por la Fundación Gaspar Casal, el Seminario de Investigación
en Economía y Salud de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y la
Consejería de Sanidad de la Junta de Comunidades, durante los pasados días 10 y
11 de marzo se desarrolló en Toledo el VI Congreso de Gestión Clínica. El lema “Gestión Clínica: una nueva etapa” pretendía destacar
precisamente la necesidad de abordar con una gestión (más) rigurosa y honesta
el nuevo escenario en que nos desenvolvemos: una sociedad “líquida”, con relaciones laborales menos estables, con un uso extensivo de herramientas tecnológicas
y sistemas de información que facilitan el acceso a una plétora de datos, no
siempre útiles. Al mismo tiempo, la falta de transparencia, la indulgencia con
prácticas inadecuadas y la persistencia de la corrupción, siguen siendo
barreras importantes que dificultan el crecimiento y el desarrollo económico.
La mayor exigencia ciudadana en el uso adecuado de los recursos públicos
debería contribuir a una mayor eficiencia y a un cambio de actitudes más
responsables socialmente.
Como es sabido, la idea y el concepto de “Gestión Clínica”,
ampliamente utilizado y académicamente no muy bien definido, (algo así como la hibridación o el mestizaje de la clínica con la cultura empresarial), se entiende
por la mayor parte de los agentes del sector sanitario como aquellas formas de
actuación clínica y de organización asistencial que pretenden aumentar la
calidad de la atención al paciente tanto en términos de efectividad como de
eficiencia, es decir, proporcionar la atención más adecuada a cada paciente en
cada situación concreta y al menor coste posible. El concepto evita las visiones
de la calidad asistencial consideradas clásicamente como complementarias, o en
ocasiones contrapuestas, según el papel desempeñado por un profesional en el
sistema sanitario. Según esta perspectiva, los gestores valoraban sobre todo la
eficiencia como la dimensión o parámetro
principal de la calidad, mientras que los clínicos centraban su interés en la
búsqueda de la eficacia teórica,
minusvalorando cada uno de los actores con frecuencia los restantes elementos. [Ver
aquí los libros “Claves para la Gestión Clínica” editado por la Cátedra Pfizer en Gestión Clínica y “Gestión Clínica” editado también por la Fundación Gaspar Casal].
Con todo, cabría plantearse si a estas alturas existe
realmente una contradicción entre clínica y gestión, (el histórico desencuentro
entre la bata y la corbata) o un
conflicto entre calidad y costes. De hecho, puede afirmarse que la buena medicina implica conciencia de
costes, lo mismo que la buena gestión
exige efectividad como condición necesaria para la eficiencia. Como decía Fiona Godlee en un artículo editorial del
British Medical Journal (BMJ) ampliamente citado, “Costis an ethical issue” (los costes son un asunto ético).
En este mismo sentido, muchos autores han señalado que la
gestión para ser clínica precisa de una doble
vía de evolución de los actores del sistema: por una parte, los gestores
han de contemplar la organización bajo una visión más clínica (dotar de sentido
clínico a la gestión, emplear instrumentos que tengan sentido para la búsqueda
de calidad por el clínico); por otra parte el clínico ha de dotar de
responsabilidad social a su actuación clínica (eligiendo entre los
procedimientos eficaces aquellos más eficientes).
A modo de resumen
El Programa del Congreso incluía varias Mesas con ponencias
atractivas y de gran interés por el
momento político que atravesamos: En la primera de ellas, sobre “Promesas políticas y nueva política”, a
la exposición de Fernando Vallespín sobre
este nuevo tiempo en el que nos encontramos, le siguió la réplica de Mónica García Gómez [@Monicamox1] médica y
parlamentaria –portavoz de Sanidad en la Asamblea de Madrid por el partido
político Podemos.
En la siguiente Mesa, sobre “La solvencia del Sistema Sanitario
en el Estado de Bienestar”, Guillem
López Casasnovas y Enrique Gil Calvo,
sabiamente moderados por Ricard Meneu,
aportaron su perspectiva desde la visión del economista y del sociólogo. [Ver a
este respecto el libro: “Innovación y Solvencia: cara y cruz de la sostenibilidad del sistema sanitario español”
editado por la Fundación Gaspar Casal].
Para
hablar sobre todo de Health open data,
en la sesión “Política y gobierno de
datos de la vida real” intervinieron Eduard
Gil Garbo y Carles Ramió Matas. Hábilmente
moderados y conducidos por Juan José
Artells Herrero, cabe destacar por un lado, la perspectiva de las experiencias
de implantación y desarrollo desde la sala de máquinas (dirección de
organización y sistemas), y por otro la visión de la apertura y reutilización
de datos de las AAPP desde el politólogo y formador de funcionarios.
Algunas
referencias sobre Health Big Data que
fueron facilitadas:
La
renovación de la función pública: Estrategias para frenar la corrupción
política en España. Carles Ramio, La Catarata, 2016. ISBN
978849097102
Open Comparisons,
(web The National Board of Health and Welfare).
Open Comparisons, (web The Swedish Association of Municipalities, County
Councils and Regions).
A
destacar en otra sesión las intervenciones de Vicente Ortún y Juan José
Rodríguez Sendín @jrsendin en la
Mesa sobre “Gestión clínica y
funcionarización de la sanidad”.
En la Mesa “La
Medicina Basada en la Evidencia (MBE) a revisión”, que me correspondió moderar,
destacó sobre todo la presentación de Rafael Bravo [@rafabravo] en
la que tuvo un emocionado recuerdo para David L.Sackett con una gran cita de Joseph Conrad:
«Una verdad, una fe, una generación de hombres pasa, se
la olvida, ya no cuenta. Excepto, tal vez, para aquellos pocos que creyeron esa
verdad, profesaron esa fe o amaron a esos hombres.»
Con
todas sus ventajas, y a pesar de sus limitaciones, lo que ha supuesto la (gran)
aportación de la MBE para la práctica clínica actual la sintetizó en otra admirable
cita de Thomas Carlyle: «Una vez
despertado el pensamiento no vuelve a dormitar.»
En la
última Mesa, “Evitar lo fútil, inútil y
perverso en la práctica clínica” intervinieron Ildefonso Hernández con una sugerente exposición del papel y la(s) actuación(es)
del lobby sanitario en la atención médica, y Michelle McDowell, del Harding Center for Risk Literacy, que hizo hincapié en la necesidad de mejorar la competencia de los profesionalesy de los pacientes en el uso de las estadísticas sanitarias.
Finalmente, Jordi
Colomer [@jcolomerm], como Coordinador del Congreso, expuso las conclusiones
del mismo, (algunas sin duda discutibles, y que invitan de nuevo al debate):
Conclusiones
1. Si
la gestión clínica significa fomentar una medicina sensata en un contexto de expansión del conocimiento, debemos ser conocedores de que, a
pesar de disponer de toda la información de forma adecuada, no siempre
producimos las respuestas correctas.
2. Mientras
que la primera revolución fue el lavado de manos, la actual será disponer de información útil y clara.
3. Datos abiertos
significa, en otras palabras, accesibilidad a otras áreas de conocimiento y que
con audiencias apropiadas pueden mejorar los resultados.
4. La
creatividad y la corresponsabilidad de los profesionales requieren un esfuerzo
muy relevante en un escenario donde prevalece la garantía de la inmortalidad de las organizaciones y de
las personas.
5. Los
eventos adversos corresponden a complicaciones quirúrgicas, accidentes farmacológicos y procedimientos médicos; no se registran de forma adecuada,
pero los errores diagnósticos sencillamente son olvidados.
6. La
medicina basada en la evidencia (MBE) significó pasar de una medicina codificada por la experiencia personal, la
tradición y el valor de la autoridad a una toma de decisiones más estandarizada
pero que reconoce nuevas fuentes de información y enfatiza su validez en el
mundo real de la práctica clínica.
7. En
la actualidad el reto de los sistemas de salud es legitimarse, tanto a nivel de
las políticas de salud como en la práctica clínica habitual.
8. Disponemos
de muchas más aptitudes, con muchos datos, mejores tecnologías de la información y capacidad de análisis, pero sin la alfabetización numérica [estadística] adecuada a los retos que nos presentan.
9. En
la sanidad pública las innovaciones tecnológicas, que de por sí no conducen a
la insaciabilidad aunque presenten
beneficios marginales, siempre acaban entrando.
10. Las unidades de gestión clínica se han agotado. Seguimos sin disponer de evaluación de
resultados que muestren mejoras y el entusiasmo inicial de los profesionales
hacia estas unidades se ha diluido.
Corolarios
1. Si
interesa el desarrollo de nuevos modelos de organización de la gestión clínica
se necesita más un cambio institucional y de política que un mero proyecto de ley.
[Se refiere aquí al empeño del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad en la elaboración de un Real Decreto que, por inútil e innecesario, solo viene a añadir entropía y tontería
al estéril debate en curso, en palabras de José Ramón Repullo].
2. Estamos
inmersos en una nueva etapa que se caracteriza por la volatilidad,
incertidumbre, complejidad y ambigüedad, que requiere disponer de un espíritu crítico
para fomentar la atención y la trascendencia en la toma de decisiones.
Un Congreso para recordar...