From TW vía @anaadvei @ALFEAL
«En el arte de elaborar los venenos tan experto es el
que los utiliza para matar como el que los utiliza para sanar.»
Aristóteles
Hace unos días hube de asistir al acto de recepción y
bienvenida a los nuevos profesionales que se incorporaban al Hospital Nª Sª del
Prado, en Talavera de la Reina (Toledo), para realizar su periodo de residencia
(MIR y otros), y formarse como especialistas a lo largo de los próximos años.
Como responsable de la Formación Sanitaria Especializada, en la Consejería de
Sanidad de Castilla-La Mancha, tuve la oportunidad de dirigirles unas palabras
en dicho acto. Me pareció oportuno hacer algunas breves consideraciones acerca
de los ‘fines de la Medicina’ (aludiendo al prestigioso Informe Hastings, aparecido hace ya veinte años); les hablé sobre profesionalidad y profesionalismo y, de paso, recordé los principios básicos de la bioética que, indudablemente, deberían inspirar e informar siempre su desempeño profesional.
A estos efectos –les comenté- resulta muy conveniente y
oportuno distinguir siempre entre el buen profesional, (aquél que conoce
y domina los conocimientos técnicos, sabe aplicarlos y logra los objetivos
perseguidos), y el profesional bueno, es decir, aquél que sabe que no todo vale
para alcanzar los objetivos, alguien que, además de los conocimientos
específicos, tiene la sabiduría moral requerida para valorar las consecuencias
y el impacto de su actuación, las metas planteadas y el procedimiento adecuado
para llegar hasta ellas.
Sala de operaciones (c.1899)
En relación con ello, en enero de 2009 la Fundación Educación Médica publicó un hermoso libro que tituló “El médico del futuro”,(poco después la revista Medicina Clínica
publicaría un artículo con el mismo título en el que venía a resumir ampliamente su contenido). Los autores diseñaban el teórico
perfil de cómo deberían ser los nuevos profesionales médicos, en respuesta a
los complejos desafíos y escenarios paradigmáticos en los que se desarrolla la
práctica asistencial en la actualidad. Así, los enormes avances
técnico-científicos, la toma de decisiones en contextos de incertidumbre, los
excesos del ‘sanitarismo coercitivo’,
la aparición de la ‘medicina defensiva’, los cambios en los patrones de morbilidad y las mayores dificultades de
manejo de las enfermedades crónicas, la redefinición de los límites entre salud/enfermedad, las nuevas
exigencias y conflictos de interés, las condiciones laborales o la propia
concepción de la idea de profesionalidad como compromiso ético y científico
ante la sociedad.
En mi intervención ante los nuevos residentes que iniciaban
su formación, (entre los que se encontraban médicos, enfermeras, psicólogos y
otras disciplinas), quise hacerles partícipes de esta idea sobre cuál sería el perfil ideal en el que pudiera verse
reflejado cualquier profesional sanitario, (no solo los médicos). Adaptando la
tabla arriba propuesta, el decálogo resultante sería el siguiente:
1ª Un(a) profesional que trate pacientes, no enfermedades,
es decir, que adapte las entidades nosológicas al contexto individual de la persona
enferma con su entorno sociocultural propio y su manera de ver y vivir
el mundo, y lo haga partícipe
en las decisiones relativas al tratamiento de sus enfermedades.
2ª Un(a) profesional que adopte una aproximación crítica y
sea capaz de ejercer su profesión en circunstancias de ambigüedad e
incertidumbre. Por encima de todo debe saber moverse en el mundo de
los valores, que impregnan explícita
o implícitamente los relatos de los pacientes y que, en definitiva, son los que
dan sentido a su vida y a su enfermedad.
3ª
Un(a) profesional comunicativo y empático, capaz de establecer
una excelente relación con los enfermos y ganar su confianza, que
se preocupe tanto por la afectividad
como por la efectividad; un profesional
que, además, sepa conciliar lo racional
con lo relacional, teniendo claro
que si lo racional sólo es mala medicina, lo relacional sólo ni siquiera es
medicina.
.
4ª Un(a) profesional responsable individual y socialmente,
consciente de los límites de la medicina y capaz de comunicar a los
pacientes lo inevitable de la enfermedad y de la muerte.
5ª Un(a) profesional capaz de tomar buenas decisiones tanto
para el paciente como para el sistema sanitario, es decir, que sepa actuar en
un contexto de recursos limitados y conciliar los costes y los beneficios.
Student Nurses.
Rochester, NY. 1942
6ª Un(a) profesional capaz de integrarse en un equipo multiprofesional y que evite la
fragmentación de la atención sanitaria.
7ª Un(a) profesional competente, efectivo y seguro.
8ª Un(a) profesional honesto (honrado) y digno de
confianza, quien mediante la adecuada transparencia resuelva los posibles conflictos de intereses que, derivados
de las influencias externas, pudieran plantearse.
9ª Un(a) profesional con un elevado nivel de compromiso, tanto con los pacientes
como con la organización sanitaria en la que se integra y trabaja.
10ª Un(a) profesional que sea ejemplo de profesionalidad y dedicación, o sea,
que sin renunciar a los derechos de disfrutar del merecido descanso y de una vida
familiar digna, asuma su profesión con sentido vocacional que impregne todas
las facetas de su vida.
Como se ve, se trata de un completo decálogo que deseé que
pudieran hacer realidad, mediante su puesta en práctica a lo largo de toda su trayectoria
profesional…
Interesante planteamiento Rodrigo, con el que coincido prácticamente al 100%, aunque echo de menos algún aspecto como la humildad (cada vez más necesaria y posiblemente ausente) y el riesgo de "endiosamiento" (quizás mayor en el colectivo médico, pero común a todos los profesionales).
ResponderEliminarEcho de menos también, aunque justo antes de exponer el decálogo, lo explícitas y das un pequeño giro, generalizando las propuestas al resto de profesionales, que lo centres básicamente en el colectivo médico (nombras una vez a enfermería, otra a psicología y luego hablas de "las demás"). Esta invisibilidad, seguramente no intencionada, es común en este tipo de actos, aun cuando en el volumen de profesionales que se incorporan a la formación, haya mayor número de EIR, FIR, BIR y PIR, que de MIR (lo he vivido en diferentes instituciones), y en mi opinión, contribuye al "endiosamiento de algunos" y a la invisibilidad del resto.
No pretende ser esta una crítica destructiva, sino todo lo contrario; comparto prácticamente todos los valores que propones y reconozco que mencionas que son para todos: "(no sólo para los médicos)", pero como responsable de la Formación Especializada de tu comunidad, entiendo que todos están bajo tu responsabilidad, y estoy seguro de que les encantará sentirse "presentes" y "visibles" en las palabras de su máximo responsable.
A pesar de ello, enhorabuena y gracias por enfocarles /enfocarnos hacia los valores importantes. Se agradece y es absolutamente necesario.
Estimado Luis:
EliminarCoincido en tus apreciaciones y te agradezco muy sinceramente las observaciones que haces. Siempre pensé que los "delirios de omnipotencia" -así los he llamado siempre- que nos inculcaban durante la carrera, (fundamentalmente a los médicos), eran en gran medida responsables de esa supuesta posición de superioridad y 'endiosamiento' de muchos profesionales. Falta humildad, ciertamente, pero tarde o temprano tendremos que bajarnos de ese pedestal, sea por las buenas o por las malas, por decirlo de una forma gráfica... es inevitable.
Mi intención, como muy bien has supuesto, es tener presente a todos los profesionales, aunque numéricamente pesen más las especialidades médicas y ello les haga ser más visibles (de todas formas en algunas de ellas no existen plazas acreditadas en el hospital al que me refiero, de ahí el que no aparezcan citadas).
Gracias de nuevo por pasarte por aquí.
Un cordial saludo.
Gracias a ti Rodrigo, por promover "buenos profesionales, pero a la vez, profesionales buenos"; solo de esta manera y con esta perspectiva, conseguiremos entre todos, que las cosas vayan cambiando.
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