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jueves, 18 de agosto de 2016

¿Caos o cinismo sanitario?

  Foto: En una puerta de Dinan (Bretaña) 
«Nadie está libre de decir necedades. Lo malo es decirlas con aplicación.»
Michel de Montaigne. Essais. Livre III, Cap.I

Asistimos desde hace unos meses a un insólito, grotesco, irónico, paradójico, esperpéntico e incluso extravagante espectáculo. Ciertamente es difícil encontrar un único adjetivo que resulte adecuado para describir mejor o con mayor precisión el comportamiento y la actitud para referirse a la situación de la sanidad y de la asistencia sanitaria en Castilla-La Mancha por parte de algunos conspicuos responsables políticos del partido que ocupó el gobierno de la región durante la anterior legislatura. Empeñados en dar la espalda a la realidad y en negar la evidencia, (producto sin duda de su mala conciencia), instalados en el oportunismo y la manipulación, cuando no en la inconsistencia y la mentira, resulta como mínimo asombroso, por no decir incongruente e hipócrita, oírles hablar continuamente de caos sanitario, -su expresión favorita-. Ello delata el subconsciente de quienes durante cuatro años propiciaron y facilitaron el racionamiento y los recortes injustificados, el desmantelamiento sistemático del sistema sanitario público, los despidos de personal, la descapitalización de los hospitales, la paralización de las inversiones, las derivaciones injustificadas al sector privado, la opacidad y la falta de transparencia.

Decía Jonathan Swift, sagaz conocedor de la condición humana, que “algunas personas son más cautas en ocultar su sabiduría que su torpeza”, y en verdad que muchos parecen entusiasmados en airear y hacer públicas sus carencias. Mediante una estúpida monserga concertada se dedican a repetir burdas consignas propias de una estrategia trasnochada, a través de una inmisericorde cantinela de soniquetes, mantras y muletillas, inventando cifras o falseando datos, poniendo en duda, renegando e incluso lamentando cualquier avance y mejora que se produce en los servicios sanitarios.

Veamos, en orden cronológico, algunos ejemplos muy evidentes con distintos protagonistas y en distintas fechas, de esta constante manipulación y (ab)uso de la sanidad como arma arrojadiza, que demuestran bien a las claras el empleo orquestado del mismo argumentario:

Desde luego hace falta tener mucha caradura o desfachatez para afirmar sin ruborizarse cosas como la siguiente:

Indudablemente todo atropello parece justificable cuando se demuestra la falta de escrúpulos. Aunque no se entienda nada de nada, se puede barbotear con lógica sobre cualquier cosa, lanzándose sin el menor pudor a las más precipitadas generalizaciones, alcanzando su apoteosis sublime en meditaciones sin contenido: 


Otros solicitan, de manera solemne y con gran desfachatez, lo que en su momento no se atrevieron a pedir a los anteriores gobernantes de su mismo partido:

En algún caso la exageración –por desmesurada- puede llegar a bordear el ridículo:

Aquellos que ocultaban datos y no publicaban ninguna información sobre la situación de las listas de espera sanitarias se permiten el lujo de afirmar gratuitamente que "el desastre y caos sanitario" desde que gobierna el socialista Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha "es cada vez más grave", acusando al Gobierno de "maquillar" los datos sobre listas de espera y de "engañar" a los ciudadanos.

Obviamente, cuando se ha perdido, o nunca se ha tenido, el mínimo pudor, se puede llegar aún más lejos. A la ignominia se le puede añadir todavía el insulto (como si ello viniese a suplir o compensar la falta de talento):
PP denuncia la política de 'despilfarro' de Page junto al 'caos sanitario permanente.' (20-7-2016).

Sobre esta deleznable concepción e idea de la política, recordaba recientemente un profesor de ciencias políticas que algunos sólo saben incurrir en provocaciones y exageraciones absurdas utilizando el insulto y la mentira como arma y estrategia, como si los políticos que más mienten fueran los que parecen más auténticos, siguiendo el viejo adagio de que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad» (vid. Mentiras auténticas). 

¿Acaso toman por tontos a los ciudadanos? ¿Creen que la gente no se da cuenta de lo artificioso e impostado que resulta esta excesiva e histriónica sobreactuación?

En el caso que venimos comentando parece indudable que nuestros ínclitos protagonistas han tenido que descubrir (tarde pero con prisas, como decía aquel) que la sanidad es un asunto importante que preocupa bastante a los ciudadanos, y que no lo debieron hacer muy bien, tal y como ponía de manifiesto el barómetro postelectoral del CIS de mayo-junio de 2015:

¿Cómo calificaría Ud. la labor que ha llevado a cabo durante los últimos cuatro años la Junta de Castilla-La Mancha en cada uno de los siguientes temas: muy buena, buena, regular, mala o muy mala?

Como se ve, el porcentaje de castellanomanchegos que calificaban entonces esa labor como mala y muy mala en sanidad era de un 57% y tan sólo un 16.9% de los encuestados la consideraban como buena o muy buena.

 Y además, sigue siendo un tema relevante, ya que aparecía citado expresamente como el segundo en importancia que debería preocupar al gobierno:

Entre los temas siguientes, ¿cuál cree Ud. que debería ser el más importante para el nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha? ¿Y en segundo lugar?

En fin, sólo a modo de recomendación, no sería malo atender a las sabias enseñanzas de Michel de Montaigne, a quien citábamos al comienzo de estas líneas:

«En verdad, el mentir es un vicio maldito. Sólo somos hombres y sólo creemos los unos en los otros por la palabra. Si conociésemos el horror y el peso de la mentira, la perseguiríamos hasta la hoguera con más justicia que a otros crímenes.»

Dicho queda.

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