Foto: Ed Alcock
“Seguir vivo es huir del equilibrio
cuesta arriba sin dejar de resbalar cuesta abajo.”
Jorge Wagensberg
Obviamente no es casual que esta entrada, con la que se
cumplen cinco años de este Regimen Sanitatis 2.0, aparezca ilustrada con una fotografía de la conocida Anatomía de la melancolía
(1652), un libro que en realidad tiene mucho más de obra literaria sui generis que de texto científico o filosófico y en la que Robert Burton desarrolló, a través de numerosas disgresiones y comentarios, diversos temas que exceden lo que menciona en su título.
Cuando este blog vio la luz, en agosto de 2011, nunca
sospechamos que alcanzaríamos a escribir estas 270 entradas, con aquel
propósito anunciado de compartir «una
serie de reflexiones, comentarios y observaciones sobre salud y enfermedad,
gestión sanitaria, medicina e historia, sociología, economía de la salud,
literatura y otros aspectos relacionados con un ámbito cada vez más incierto y
complejo...»
Se dice que la vida, el mundo, la política, las relaciones
humanas, o la historia en general, han ido acelerándose y se han hecho aún más
complejas, volátiles y huidizas si cabe. Nos encontramos así en un terreno cada
vez más cambiante, resbaladizo, incierto e inseguro. A estas alturas, aún
curiosos, llenos de asombro y perplejidad, enfermos tanto de escepticemia como de un saludable escepticismo, pero nunca resignados ni indolentes,
aspiramos -nada más y nada menos- a mantenernos irremediablemente vivos, intentando
si no cambiarlo, sí pensar, comprender y convivir en el mundo que nos ha tocado
en suerte atravesar en el curso de nuestra existencia.
Decía a este respecto Jorge Wagensberg: «Hay ideas para pensar el mundo (como las del lenguaje y la matemática), ideas para
comprender el mundo (como las de la
ciencia y el arte), ideas para cambiar
el mundo (como las de la técnica y la tecnología) e ideas para convivir en el mundo (como las de la
ética y la moral).» Y también: «Solo
las ideas (que no los métodos ni los lenguajes ni los contenidos) pueden cruzar
una frontera sin la obligación de declarar de dónde vienen, a dónde van ni cuál
es el motivo del viaje.»
Armados y pertrechados con ese ligero aunque poderoso
equipaje, seguiremos por tanto embarcados en esta aventura personal que nos
ayuda a progresar, lo que al fin y al cabo no es otra cosa que ganar
conocimiento…
Explica Amélie Nothomb que «escribir es igual que enamorarse. Se
sabe que no es una buena idea y uno no sabe cómo ha llegado ahí, pero al menos
hay que intentarlo. Se le dedica toda la energía, todos los pensamientos, todo
el tiempo.» Y Soledad Puértolas apostilla con exacta precisión: «Las
alegrías de la vida te desbordan. El dolor y la pérdida te superan y hunden. El
tedio y la monotonía pueden resultar aniquiladores.» (…) «En la vida, el dolor
ahoga y la risa es efímera. En el texto, se produce una transformación que la
inteligencia no puede explicar. Nos sumergimos en el dolor sin llegar a morir,
conquistamos la distancia. Observamos, podemos emocionarnos, escoger,
aventurarnos. La incertidumbre de la narración resulta más segura que las
certezas de la vida. La palabra se hace enteramente nuestra.»
En fin, gracias a todos(as) por estar ahí y por
acercarse periódicamente a este espacio en el que encontraréis algunas (pocas) certezas,
y más bien, sobre todo, dudas, preguntas, disgresiones y comentarios…
Hola Rodrigo, gracias por tus post periódicos, por tus ideas y reflexiones y también como no, por tus comentarios agudos y ácidos en ocasiones que hacen que nuestra mente reacciones ¡¡
ResponderEliminarGracias por este post sobre el humanismo médico y por compartir contenidos periódicamente de interés para los que nos dedicamos a ello¡
Muchas gracias por tu amabilidad, Carmen. Celebro de verdad que los contenidos del blog te resulten siquiera amenos e interesantes. En la medida de mis posibilidades continuaré con esta tarea autoimpuesta (que a mí también me resulta útil para seguir vivo e intentar mantenerme al día).
EliminarUn cordial saludo.