Emblema Aequanimitas
Respondiendo a su amable invitación, acudo en la calurosa
mañana del quince de julio al acto formal de toma de posesión de la nueva Junta
Directiva del Colegio Oficial de Médicos de Toledo, en el que he tenido el privilegio de poder dirigirme a los asistentes. Acompaño
a la Directora Gerente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, Regina Leal Eizaguirre, junto a otros
directivos, diversas autoridades y miembros de otras otras corporaciones profesionales
sanitarias. Resulta especialmente llamativa la ausencia de (todos) los miembros
de la Junta Directiva anterior. A este respecto, como muy bien señala mi amigo Raúl Calvo Rico, @RaulCalvoRico flamante
Secretario General del Colegio, y ratifica después el Presidente de la OMC Serafín Romero, @sromero_omc que se encuentra
presente, la liturgia, el protocolo, la simbología y el ritual ordenado que acompaña a cualquier ceremonia o acto solemne es enormemente importante en (para) todas las
organizaciones y corporaciones. Poco antes se ha constituido también la Comisión
de Ética y Deontología Médica Provincial, que presidirá Juan José Rodríguez Sendín @jrsendin en esta nueva etapa.
En mi intervención, que transcribo a continuación, me
pareció pertinente referirme al profesionalismo médico, ese “conjunto de principios éticos y deontológicos, valores y conductas que
sustentan el compromiso de los profesionales de la medicina con el servicio a los ciudadanos, que evolucionan con
los cambios sociales y que avalan la confianza que la población tiene en los
médicos”, según oportuna
definición de la propia OMC, y recordar también algunos sabios consejos de Sir William Osler, el "padre de la medicina moderna":
[En 1999, a partir de
la idea compartida de que la concepción básica y las ideas fundamentales sobre
la profesión médica que tienen los facultativos de sistemas sanitarios muy
diversos guardan una gran similitud, la Federación Europea de Medicina Interna,
la Fundación ACP-ASIM (American College
of Physicians-American Society of Internal Medicine) y la Fundación ABIM (American Board of Internal Medicine) designaron
a varias personas para redactar unos «estatutos» que recogieran los principios
que todos los profesionales médicos deberían suscribir, con la idea de ser
aplicados en sistemas políticos y culturas diferentes. El resultado de su
trabajo se publicó en 2002 de manera casi simultánea en algunas de las más prestigiosas
revistas profesionales de todo el mundo (Lancet,
Annals of Internal Medicine, Medicina Clínica). Es el denominado Medical
Professionalism Project (Proyecto de Principios y Responsabilidades de la profesiónmédica en el nuevo milenio), una serie de principios fundamentales y un compendio de responsabilidades profesionales
que debían regular la profesión médica en este nuevo milenio que entonces
comenzaba.
En el preámbulo de aquel documento se establece que la profesión constituye la base del contrato
de la medicina con la sociedad. El ejercicio de la profesión exige situar
los intereses de los pacientes por encima de los del propio médico, fijar y
cumplir los estándares de competencia e integridad y prestar a la sociedad un
asesoramiento experto en materia de salud. Los principios y responsabilidades
de la profesión médica deben ser perfectamente entendidos tanto por los
profesionales de este ámbito como por la sociedad en su conjunto. Por ello, es
esencial para este contrato que la población confíe en los médicos; y para que
exista esta confianza es necesario que tanto cada facultativo en particular,
como la profesión en general, demuestren su integridad.
Los principios fundamentales son los siguientes:
·
Principio de primacía
del bienestar del paciente
·
Principio de autonomía
del paciente
·
Principio de equidad
o justicia social
Y este es el decálogo de compromisos y responsabilidades
profesionales:
1. Compromiso
con la competencia profesional
2. Compromiso
de honestidad con los pacientes
3. Compromiso
con la confidencialidad
4. Compromiso
con el establecimiento de relaciones apropiadas con los pacientes
5. Compromiso
con la mejora de la calidad de la atención sanitaria
6. Compromiso
con la mejora del acceso a la asistencia sanitaria
7. Compromiso
con la distribución justa de los recursos finitos
8. Compromiso
con el conocimiento científico
9. Compromiso
con el mantenimiento de la confianza con los pacientes, gestionando de manera
adecuada los conflictos de interés
10. Compromiso
con las responsabilidades profesionales.
Transcurridos más de quince años desde su publicación, la
conclusión del documento sigue estando plenamente vigente:
«La práctica de la medicina en la actualidad se enfrenta
a desafíos sin precedentes en casi todas las culturas y sociedades. Estos
desafíos se centran en las
crecientes disparidades existentes entre las legítimas necesidades de los
pacientes, los [siempre escasos] recursos disponibles para satisfacer dichas
necesidades, la
creciente dependencia de las fuerzas del mercado [y sus presiones] para
transformar los sistemas sanitarios y la tentación de los médicos de abandonar
su compromiso de velar por el bienestar de los pacientes. Con el
fin de mantener la fidelidad del contrato de la medicina con la sociedad en
estos tiempos difíciles, [como sin
duda hubiera confirmado, de nuevo, Charles Dickens] consideramos que la
corporación médica debe reafirmar su acatamiento activo de los principios de la
profesión, en los que no sólo se engloba el compromiso personal de velar por el
bienestar de los pacientes, sino también los esfuerzos colectivos por mejorar
los sistemas de asistencia sanitaria en pro del bienestar de toda la sociedad.»
En mayo de 1889, poco antes de partir para la Universidad Johns
Hopkins, el Dr. William Osler pronunció un discurso de fin de curso ante la promoción de
Medicina de la Universidad de Pennsylvania. En sus palabras a los jóvenes médicos destacó,
sobre todo, dos de los factores o elementos que, a su juicio, podían contribuir
al éxito (de su profesión) y ayudarles en épocas de fracaso. Considerando que
pueden ser aplicables a cualquier empresa en toda época y condición, he querido
hoy traerlo también a colación.
«En primer lugar, para el médico o el cirujano –señalaba
Osler– ninguna cualidad es comparable a
la imperturbabilidad, una virtud
corporal esencial.»
«Imperturbabilidad
significa frialdad y presencia de ánimo en cualquier circunstancia, calma en
medio de la tormenta, claridad de juicio en momentos de grave peligro,
inmovilidad, impasibilidad, o, para usar una palabra antigua y expresiva, flema. Es la cualidad más apreciada [y
valorada] por los profanos, aunque a menudo la malinterpreten; y el médico que
tiene la desgracia de no poseerla, que delata su indecisión y preocupación, y que
muestra que está nervioso y aturullado en las urgencias ordinarias, rápidamente
pierde la confianza de sus pacientes.» (…)
«En su forma auténtica
y perfecta, la imperturbabilidad está indisolublemente asociada con una amplia
experiencia y un conocimiento íntimo de los variados aspectos de la enfermedad.
Con tales ventajas el médico está tan equipado que ninguna eventualidad puede
alterar su equilibrio mental; las posibilidades siempre son manifiestas, y el
curso de la acción claro. Por su misma naturaleza –insistía el ilustre
clínico– esta preciosa cualidad está
expuesta a ser malinterpretada, y la acusación general de dureza, tan a menudo
esgrimida contra la profesión, tiene aquí su fundamento. Ahora bien, un cierto grado
de insensibilidad, [frialdad o distanciamiento], no solo es una ventaja, sino una verdadera necesidad para el
ejercicio de un juicio ponderado y la ejecución de operaciones delicadas.» (…)
«En segundo lugar, hay
un equivalente mental a este don corporal, que es tan importante en nuestro
desempeño como la imperturbabilidad; se trata de una sosegada ecuanimidad, muy difícil de conseguir,
y sin embargo necesaria, tanto en el éxito como en el fracaso. El temperamento
natural de cada uno tiene mucho que ver con su desarrollo, pero un claro conocimiento
de nuestra relación con el prójimo y con el trabajo de la vida, es también
indispensable.»
Finalmente, recordaba Osler a aquellos jóvenes médicos, un
aspecto penoso de la vida que pesa duramente sobre los espíritus más delicados
y puede alterar esa deseable ecuanimidad, es la incertidumbre que atañe no solo al arte y la ciencia de la
profesión médica, sino también a las esperanzas y temores que nos hacen seres
humanos. Con demasiada frecuencia, «buscando
la verdad absoluta apuntamos a lo inalcanzable, y debemos contentarnos con
hallar trozos rotos.»
«No podéis esperar,
por supuesto, escapar de las preocupaciones y ansiedades inherentes a la vida
profesional. Resistid con valentía, incluso ante lo peor.» (…)
«El pasado siempre
está con nosotros, nunca se va a escapar; pero, entre los cambios y
oportunidades que se suceden uno tras otro tan rápidamente en esta vida,
tenemos tendencia a vivir demasiado para el presente y demasiado en el futuro.»
Así pues, en la andadura del Colegio para estos próximos años, permitidme que os desee lo mejor a la nueva Junta Directiva, en la confianza de que llevaréis siempre a gala ese hermoso y deseable lema al que aludía William Osler y que aún hoy podemos encontrar en la corbata de los alumnos de la Johns Hopkins School of Medicine: Aequanimitas (e imperturbabilidad).]
P.S.:
Sobre todo esto, y otras cosas, escribía también @xoselbrea hace unos meses en su blog Medicina y Melodía: Osler y la Aequanimitas con un estupendo vídeo incrustado.
Junto a otros textos magistrales, aquí podemos encontrar el citado discurso de Osler: «Aequanimitas con otras conferencias a estudiantes de medicina, enfermeras y médicos.»
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