'La trampa del castor' (Rose Marie Castoro). MACBA.
«La tecnología del
lenguaje nos permitió salir de las cavernas…» afirma Salvador Casado @DoctorCasado en
la presentación de su libro Diario
de un médico descalzo. «Por eso,
-añade- los profesionales tenemos que
esforzarnos en honrar el verbo y la palabra, que son la base de la comunicación
con las personas a quienes atendemos…». Una reivindicación de la narrativa, el lenguaje y la palabra: «Mientras más palabras usemos y mejor manejo
tengamos del idioma, mayores serán nuestras opciones a la hora de aliviar
nuestras fatigas. La alquimia de transformar el pesado plomo de un sufrimiento o una dificultad en el dorado discurso
que lo convierte en historia sigue siendo un regalo de la vida que no valoramos
lo suficiente. Animar hablar o a
escribir es una de las mejores invitaciones que un médico puede hacer a los que
le consultan. Y recordárnoslo los unos a los otros es siempre una estupenda
forma de abrazar.»
Casi de inmediato me viene a la cabeza la afirmación del Dr. Jerome Groopman en su popular libro ¿Me está escuchando doctor? Un viaje por la mente de los médicos
(How doctors think):
«Aunque la medicina
moderna cuente con la ayuda de un deslumbrante despliegue de tecnologías, como resonancias
magnéticas de alta resolución y análisis de ADN de gran precisión, el lenguaje
sigue siendo la piedra angular de la práctica clínica.»
Acabé de leer Diario de un médico descalzo hace unos días, durante un largo viaje en tren, y he tenido la oportunidad de
asistir personalmente a su presentación. Ya es de noche. Regreso despacio dando
un paseo junto al Museo del Prado y recorriendo la verja del Real Jardín
Botánico hacia la Estación de Atocha. Pienso en algunos de los buenos deseos y las
cosas hermosas y razonables que he escuchado hace pocos minutos. Salva Casado
reclama y recomienda consciencia, compasión y confianza a (y para) los profesionales.
Sostiene que necesitamos mirarnos dentro, llevarnos bien con nosotros mismos y ver
las cartografías interiores que nos constituyen, para poder mirar hacia adelante
y ayudar a otras personas a superar esos muros
de prisa, frialdad y estrés que con frecuencia encuentran cuando se dirigen
al sistema sanitario. Las herramientas fundamentales son: prestar atención, o
sea, respeto (del latín respicere es decir, mirada atenta), cuidado,
empatía y compasión. Se pregunta por qué si existe la palabra maltrato,
cuál es la razón para que no figure la palabra buentrato en el
diccionario… y detecta la imperiosa necesidad de contar con referentes que orienten nuestra
práctica en esa ineludible tarea, conjunta y compartida, de arreglar este
averiado sistema sanitario que a todos nos pertenece y que todos necesitamos.
Insiste en la necesidad de saber acompañar en el
sufrimiento: «No hace falta tener un título
de enfermera o de médico (…) basta con ser humano y entender que atención,
empatía y compasión son partes fundamentales de esa humanidad y del cuidado a
cualquiera que sufra por el motivo que sea. Dar el siguiente paso y encarnar
esas facultades en nosotros y los que nos rodean nos permitirá crecer y
evolucionar como personas.»
«En tiempo de crisis
económica viene bien recordar que estos rubros son independientes de la
financiación y los recortes, de la potencial mala gestión sanitaria, incluso
del exceso de burocracia o de la sobrecarga del profesional de la salud. La re-humanización que precisa la medicina
actual tiene que ver con esta toma de conciencia. Las terapias más avanzadas,
tecnologías innovadoras o los servicios sanitarios más punteros perderán valor
si son capaces de mitigar cualquier síntoma pero dejan al ser humano hundido en
un pozo de sufrimiento.»
Salvador, que se ha descalzado al comienzo de su
intervención, finaliza solicitando dedicación y, sobre todo, entusiasmo en su quehacer diario a todos quienes tienen algo que ver/decir/hacer con el sistema sanitario. Curiosamente,
esta misma palabra (Entusiasmo) es el título de la última novela del sacerdote y escritor Pablo D’Ors, una obra que tiene mucho que ver precisamente con la narrativa y la espiritualidad; allí se dice:
«La flexibilidad es
una de las condiciones del pensamiento. Un pensamiento rígido no es, en
consecuencia, más que doctrina o ideología. Busca un gran pensador que haya
sido un fanático, no lo encontrarás.»
Entre sus mensajes, Salvador Casado pone de manifiesto la
reivindicación del poder curativo y sanador de la poesía, de la creatividad, de
la lírica, de la música y del arte en general:
«La poesía es un
género tristemente devaluado por lenguajes audiovisuales y tecnológicos de voz
más potente». Incrustados a lo largo del libro encontramos el hermoso
regalo de una serie de haikus y
poemas que demuestran que ciencia y poesía no son incompatibles y que ‘existe otra manera de ver el mundo y
contarlo’…»
Acabamos, con todo nuestro agradecimiento por este gran regalo, recomendando el libro con uno de esos hermosos
poemas:
Bendición
«Que tus pies descalzos acaricien la hierba lentamente,
que tu corazón triste se deje ablandar por la belleza,
que tu memoria fluya y derretida permita tu silencio;
del mismo surgirá la posibilidad de crear un mundo,
tal vez un universo, quizá la levedad de un beso.
Que las musas acompañen tu ruta y consigas saberlo
que devuelvas al mundo todo lo que te digan
y así consigas liberarte del pesado yugo negro
de lo que alguna vez no nos atrevimos a soñar;
marcha, hermano, sea por siempre mío tu camino.»