«Lo primero que hace falta es la rectificación de los
nombres. Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que
representan, y si las palabras no se ajustan a lo que representan, las tareas
no se llevarán a cabo, y el pueblo no sabrá como obrar.»
Confucio (s.VI a.de C.)
[Sobre las medidas que habrían de
tomarse para ordenar el Estado].
Para cinéfilos(as) en general debo comenzar diciendo que el
título de esta entrada no hace referencia –como alguien podría suponer
erróneamente- a la película Vértigo (De entre los muertos), que la crítica
especializada considera como la obra maestra de Alfred Hitchcock, (y una de las
mejores películas de todos los tiempos), y cuyo guión estaba basado en una
novela con ese mismo nombre. Ni siquiera tiene que ver con otra película más
reciente llamada Proyecto Lázaro del director español Mateo Gil…
Hace algunos años, durante una de las clases de un máster de
Bioética en la Escuela Nacional de Sanidad, el profesor Javier Sánchez Caro, notable
jurista y académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina, haciendo
gala de un gran sentido del humor (derivado de la sabia ironía y la enorme
erudición que le caracterizan), comentaba lo inapropiado y poco riguroso que
resulta denominar indistintamente con el término resucitación cardiopulmonar
a lo que en realidad son meras maniobras de reanimación cardiopulmonar (por su acrónimo: RCP). Atribuía esta denominación a la perniciosa
influencia de los anglicismos en medicina (cardiopulmonary resuscitation) y bromeaba
con el hecho de que se consideraran equiparables o casi sinónimos, en la medida
en que resucitar significa devolver la
vida a un muerto y hasta ahora la medicina no ha conseguido que nadie
resucite.
La propia Real Academia Española contribuye a esta supuesta
confusión entre resucitar y reanimar. Veamos los términos tal como
los define la última edición del diccionario:
diccionario:
Del lat. redanimāre.
1. tr. Confortar, dar
vigor, restablecer las fuerzas.
2. tr. Hacer que
recobre el conocimiento alguien que lo ha perdido.
3. tr. Infundir ánimo
y valor a quien está abatido.
Del lat. tardío resuscitāre,
y este del lat. re- 're-' y suscitāre 'levantar', 'avivar'.
1. tr. Devolver la
vida a un muerto.
2. tr. coloq. Restablecer,
renovar, dar nuevo ser a algo.
3. intr. Dicho de una
persona: Volver a la vida.
Sin embargo, la cosa cambia cuando define reanimación y resucitación. Veamos:
1. f. Acción y efecto
de reanimar.
2. f. Med. Conjunto de
medidas terapéuticas que se aplican para recuperar o mantener las constantes
vitales del organismo.
Del lat. tardío resuscitatio,
-ōnis.
1. f. Med. Acción de
volver a la vida, con maniobras y medios adecuados, a los seres vivos en estado de muerte aparente.
Nótese que, a diferencia del término anterior, aquí no
existe la que sería primera acepción o significado de acción y efecto de resucitar (o sea, lo que sería exactamente devolver la vida a un muerto), y además,
“curándose en salud”, por decirlo con una expresión bastante afortunada en este
caso, la RAE añade después esa frase algo tramposa de en estado de muerte aparente
para evitar el imposible metafísico.
En este hilo del Foro del español del Centro Virtual
Cervantes aparece una aparente explicación
del asunto.
Lázaro. Francisco Leiro
El profesor Sánchez Caro continuaba con su disertación: «Que sepamos, –decía- y según los Evangelios, solo resucitaron
Lázaro, la hija de Jairo y el propio Jesucristo…»
Sin embargo, en una revisión algo más detallada de los textos
bíblicos, (versión de la Biblia de Jerusalén), encontramos varios casos
más de personas resucitadas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento:
·
El hijo
de la viuda de Sarepta, resucitado por Elías (en I Reyes 17:17-23):
17. Después de esto, el hijo de la dueña de
la casa cayó enfermo; la enfermedad se agravó hasta el punto de que no le
quedaba ya aliento.
18. Entonces ella dijo a Elías: "¿Se
acabó todo entre tú y yo, hombre de Dios? ¡Has venido a recordarme mis faltas y
a causar la muerte de mi hijo!"
19. Elías respondió: "Entrégame a tu
hijo." Él lo tomó de su regazo y lo subió a la habitación de arriba, donde
él vivía, y lo acostó en su lecho.
20. Luego clamó a Yahvé, diciendo:
"Yahvé, Dios mío, ¿vas a hacer mal también a la viuda que me hospeda,
causando la muerte de su hijo?"
21. Se tendió tres veces sobre el niño, y
gritó a Yahvé: "Yahvé, Dios mío, que vuelva la vida de este niño a su
cuerpo."
22. Yahvé escuchó el grito de Elías, y
volvió la vida del niño a su cuerpo y revivió.
23. Elías tomó al niño, lo bajó de la
habitación de arriba al interior de la casa y lo entregó a su madre. Dijo
Elías: "Mira, tu hijo está vivo."
·
El hijo de la mujer sunamita, resucitado por
Eliseo (en II Reyes 4:32-37):
32. Eliseo entró en la casa; allí estaba el
niño, muerto, acostado en su lecho.
33. Entró, cerró la puerta con ellos dos
dentro, y oró a Yahvé.
34. Se subió (a la cama) y se tumbó sobre el
niño, boca con boca, ojos con ojos, manos con manos. Se mantuvo recostado sobre
él y la carne del niño iba entrando en calor.
35. Se bajó y se puso a caminar por la casa
de acá para allá. Se subió y se recostó insuflando sobre él hasta siete veces.
El niño estornudó y abrió sus ojos.
36. Llamó a Guejazí y le dijo: "Llama a
la sunamita." Y la llamó. Cuando llegó, él le dijo: "Toma tu
hijo."
37. Ella entró y se echó a sus pies,
postrada en tierra. Luego tomó a su hijo y salió.
·
La hija de Jairo, resucitada por Jesucristo (en Lucas 8:49-55
y Mateo 9:18-25):
18. Así les estaba hablando, cuando se
acercó un magistrado y se postraba ante él diciendo: "Mi hija acaba de
morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá."
19. Jesús se levantó y le siguió junto con
sus discípulos.
20. En esto, una mujer que padecía flujo de
sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto.
21. Pues se decía para sí: "Con sólo
tocar su manto, me salvaré."
22. Jesús se volvió, y al verla le dijo:
"¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado." Y se salvó la mujer desde aquel
momento.
23. Al llegar Jesús a casa del magistrado y
ver a los flautistas y la gente alborotando,
24. decía: "¡Retiraos! La muchacha no
ha muerto; está dormida." Y se burlaban de él.
25. Mas, echada fuera la gente, entró él, la
tomó de la mano, y la muchacha se levantó.
·
El hijo de la viuda de Naín, resucitado por
Jesucristo (en Lucas
7:12-15):
12. Cuando se acercaba a la puerta de la
ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda;
la acompañaba mucha gente de la ciudad.
13. Al verla, el Señor tuvo compasión de
ella y le dijo: "No llores."
14. Y, acercándose, tocó el féretro. Los que
lo llevaban se pararon, y él dijo: "Joven, a ti te digo: Levántate."
15. El muerto se incorporó y se puso a
hablar, y él se lo dio a su madre.
·
Lázaro, resucitado por Jesucristo (en Juan 11:38-44):
38. Entonces Jesús se conmovió de nuevo en
su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra.
39. Dice Jesús: "Quitad la
piedra." Le responde Marta, la hermana del muerto: "Señor, ya huele;
es el cuarto día."
40. Le dice Jesús: "¿No te he dicho
que, si crees, verás la gloria de Dios?"
41. Quitaron, pues, la piedra. Entonces
Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por
haberme escuchado.
42. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas;
pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado."
43. Dicho esto, gritó con fuerte voz:
"¡Lázaro, sal afuera!"
44. Y salió el muerto, atado de pies y manos
con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: "Desatadlo
y dejadle andar."
·
Varios difuntos resucitan cuando muere Jesús (en
Mateo 27:50-53):
50. Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte
grito, exhaló el espíritu.
51. En esto, el velo del Santuario se rasgó
en dos, de arriba abajo; tembló la tierra y las rocas se hendieron.
52. Se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos difuntos resucitaron.
53. Y, saliendo de los sepulcros después de
la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.
·
La resurrección de Jesucristo aparece narrada en
los cuatro Evangelios (Mateo 28, Marcos 16, Lucas 24 y Juan 20).
·
La resurrección de Tabita (o Dorcas) por Pedro (Hechos 9:36-41):
36. Había en Jope una discípula llamada
Tabitá, que quiere decir Dorkás. Era rica en buenas obras y en limosnas que
hacía.
37. Por aquellos días enfermó y murió. La
lavaron y la pusieron en la estancia superior.
38. Lida está cerca de Jope, y los
discípulos, al enterarse que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres con este
ruego: "No tardes en venir a nosotros."
39. Pedro partió inmediatamente con ellos.
Así que llegó le hicieron subir a la estancia superior y se le presentaron
todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Dorkás hacía
mientras estuvo con ellas.
40. Pedro hizo salir a todos, se puso de
rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo: "Tabitá,
levántate." Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó.
41. Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó
a los santos y a las viudas y se la presentó viva.
·
La resurrección de Eutico por Pablo (Hechos 20:9-12):
9. Un joven, llamado Eutico, estaba sentado
en el borde de la ventana; un profundo sueño le iba dominando a medida que
Pablo alargaba su discurso. Vencido por el sueño se cayó del piso tercero
abajo. Lo levantaron ya muerto.
10. Bajó Pablo, se echó sobre él y tomándole
en sus brazos dijo: "No os inquietéis, pues su alma está en él."
11. Subió luego; partió el pan y comió;
después conversó largo tiempo, hasta el amanecer. Entonces se marchó.
12. Trajeron al muchacho vivo y se
consolaron no poco.
A partir del
siguiente fragmento (en Hechos 14:19-20), algunos exégetas han llegado a
interpretar que también el apóstol Pablo murió y resucitó:
(…) 19. Vinieron entonces de Antioquía e Iconio
algunos judíos y, habiendo persuadido a la gente, lapidaron a Pablo y le
arrastraron fuera de la ciudad, dándole por muerto.
20. Pero él se levantó y, rodeado de los
discípulos, entró en la ciudad. Al día siguiente marchó con Bernabé a Derbe.
Y también Jonás,
tragado por un gran pez, habría muerto y resucitado (Jonás 2:6-7):
(…) 6. Las aguas me asfixiaban el aliento, el
abismo me envolvía, las algas enredaban mi cabeza.
7. Bajé hasta los cimientos de los montes,
la tierra se cerró para siempre sobre mí. Pero tú sacaste mi vida de la tumba,
Yahvé, Dios mío.
En fin, (y nunca mejor dicho lo del fin) no dejan de ser demasiadas resurrecciones…
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