Mecanógrafa con mascarilla. New York
City, octubre 1918. Foto: National
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«No
habrá ningún regreso a la normalidad [anterior], la ‘nueva normalidad’ tendrá
que construirse sobre las ruinas de nuestras antiguas vidas.»
Slavoj Žižej
(“Pandemia. La covid-19 estremece al
mundo”)
«La
pandemia COVID-19 ha puesto frente a las cuerdas a todos los sistemas
sanitarios del mundo, también al español. La concentración de una demanda de
pacientes graves que requirieron todo el elenco de servicios sanitarios, salud
pública, atención primaria, hospitalización y cuidados críticos no se había
conocido nunca hasta ahora durante la existencia de los sistemas sanitarios
modernos.»
(de la Presentación del estudio)
La
Fundación Signo acaba
de presentar un breve trabajo (Aprendiendo de
Covid-19: la visión de los directivos sanitarios) en el que a
través de un total de 41 entrevistas telefónicas realizadas a gerentes y
directivos de centros e instituciones sanitarias, analizan el impacto que la pandemia
ocasionada por el nuevo virus SARS-CoV2 ha generado en los servicios
sanitarios.
Se
trata de un estudio realizado por la consultora HIRIS Care con una metodología de
carácter cualitativo, que pretende recopilar
las experiencias vividas por los responsables de los centros sanitarios en
primera persona durante la pandemia de la COVID-19 y buscar denominadores comunes en las respuestas
y en las enseñanzas que de todo ello se
pueden derivar. A través de este primer
análisis de urgencia, desde la Fundación expresan el deseo de que el
documento «sea de utilidad en un momento
clave para nuestra sanidad y sirvan de base al debate y a la concreción de los
cambios cuya oportunidad ahora es más palpable.»
Los
autores sostienen: «La pandemia que
hemos vivido –no está de más recordar aquí que aún estamos en esta
situación, declarada por la OMS el pasado 11 de marzo- marcará seguramente un antes y un después en los servicios sanitarios
de nuestro país.» Y pronostican: «Muchos
de los cambios que se han introducido de manera acelerada quedarán, porque eran
necesarios y demandados desde mucho antes, pero a partir de ahora debería
hacerse de una manera más ordenada y eficaz.»
El
estudio se ha dividido en cuatro bloques de investigación:
1. Respuesta a la pandemia:
¿Cómo se reorganizaron los procedimientos asistenciales y los servicios?; ¿Cómo
se reforzaron y redistribuyeron los profesionales sanitarios?; ¿Cómo se
adaptaron las infraestructuras y equipamientos, y se gestionaron los
suministros? ¿Cómo se organizó la toma de decisiones y la coordinación entre
niveles asistenciales, con los servicios sociales, con los centros privados y
con los proveedores? Y ¿en qué medida se han puesto en marcha alternativas
virtuales de atención?
2. Previsión de futuro:
¿Cómo se verá afectada la demanda de asistencia sanitaria en el futuro? ¿Qué
pasará con la atención sanitaria demorada (no atendida)? ¿Cómo será la demanda y respuesta de
los pacientes tras la pandemia? ¿Cómo se afectarán los presupuestos sanitarios
de 2020 y 2021? ¿Cuáles son las necesidades de recuperación en los centros tras
COVID-19?
3. Cambios que deben consolidarse o incorporarse tras la pandemia: ¿Qué cambios introducidos durante la
pandemia funcionaron mejor y peor? ¿Cuáles deberían permanecer o escalarse?
¿Qué otros deberían implementarse ahora?
4. El papel de la industria farmacéutica: ¿Cómo respondió la industria
farmacéutica ante la sobredemanda de asistencia sanitaria y medicamentos? ¿Cómo
se estableció la coordinación? ¿Cuáles serían los factores clave para
garantizar el suministro de medicamentos ante un posible rebrote de esta u otra
pandemia? ¿Cómo se percibe que deberá cambiar la relación entre el profesional
y los centros sanitarios con la industria y los delegados o representantes
farmacéuticos tras COVID-19?
Con
respecto a la muestra de personas entrevistadas, de los 41 directivos, tanto de
centros públicos y privados, 18 de ellos (43.9%) son Gerentes o Directores médicos
hospitalarios, 5 de ellos (12.1%) son
Gerentes o Directores de división de Atención Primaria, 3 de ellos (7.3%) son
Directores de servicios de Emergencias Sanitarias, 7 de ellos (17%) Directores
de Enfermería y 8 de ellos (19.5%) son Directores
de servicios integrados o corporativos. La tabla siguiente muestra también la
distribución territorial por CCAA de los mismos:
Entre
los hallazgos
clave de la investigación se destaca que la respuesta a la pandemia
dada por los servicios sanitarios ha demostrado la capacidad de resistencia
y flexibilidad de los centros asistenciales y de coordinación del sistema en su
conjunto, que ha conseguido superar la insuficiente preparación previa para una
situación como la vivida. La competencia y generosidad de los profesionales han
vuelto a demostrar el enorme capital [humano] con que cuenta el sistema
sanitario español.
Con
relación a la previsión
de futuro, los hallazgos más importantes orientan a mantener los
niveles de seguridad frente a COVID-19 en los centros sanitarios, prepararse frente
a futuras nuevas olas de coronavirus, recuperar la atención sanitaria no
atendida y evaluar los costes extraordinarios que ha significado la pandemia y
la recuperación de la normalidad.
Con
respecto a los cambios
que se han implementado durante la pandemia, y que deberían permanecer, se
destacan los siguientes:
Con carácter general, la
atención
primaria ha sido fundamental en la contención de la transmisión y gestión de la
demanda [aunque hay que decir que este enfoque ha sido muy ariable según las CCAA]. En este sentido, se debe reforzar la capacidad de resolución de procesos
asistenciales, con una mayor capacidad de asistencia a domicilio y en centros
residenciales, disponibilidad diagnóstica y dotándola de los recursos y
entrenamiento suficientes para la vigilancia epidemiológica de casos y contactos.
La
experiencia de flexibilizar
y adaptar espacios dentro de los hospitales, especializando centros,
aumentando el nivel de cuidados y reasignando profesionales para adaptarse a
una demanda diferente en un corto periodo de tiempo, es una gran lección que
debe aprovecharse para futuros planes de preparación y respuesta, pero también
en el diseño de nuevos hospitales y modernización o adaptación de los actuales.
Ha
sido importante también la experiencia de coordinación con el sector social. A pesar de
los problemas que ha habido en la atención sanitaria a personas mayores
en las residencias, con un alto coste en vidas humanas, se ha demostrado que en
momentos de crisis no existen fronteras entre sectores con el objetivo de
salvar vidas.
Lo
mismo cabe señalar sobre la extraordinaria experiencia de colaboración entre niveles asistenciales,
tanto en la planificación y coordinación de actuaciones de las gerencias
territoriales, como entre los equipos y profesionales, con un rápido desarrollo
de las interconsultas, elaboración de protocolos conjuntos, seguimiento
colaborativo de pacientes, coordinación con oficinas de farmacia para la
entrega de medicamentos en domicilio, etc.
La
introducción, o en muchos casos la escalada acelerada y en ocasiones un poco
desordenada, de la atención a distancia o en el domicilio del paciente
destaca en todas las comunidades autónomas. Se han generalizado las consultas
telefónicas, telemedicina, portal del paciente, interconsultas virtuales
primaria-especializada, así como la entrega de medicamentos en el domicilio de
determinados pacientes.
Se
ha señalado la desburocratización de las consultas, fundamentalmente en atención
primaria, donde la práctica totalidad de trámites administrativos se han realizado
de manera virtual.
La
limitación
estricta de recibir acompañantes y visitas ha obligado a poner en
marcha mecanismos alternativos para información a familiares y el
acompañamiento de sus allegados mediante aplicaciones móviles o telefónicas, habilitadas
con el fin de reducir la presencia de personas en los hospitales y mejorar la
calidad de la estancia.
Finalmente,
el estudio pregunta también sobre el papel que había jugado la industria farmacéutica
durante la pandemia de COVID-19 y sobre cómo se percibe la relación con ella en
el futuro:
El estudio sostiene que hubo
una colaboración
desinteresada por parte de muchos laboratorios, ofreciéndose para
asegurar suministros (medicamentos, reactivos, equipos) e incluso donando otro
tipo de materiales o soluciones corporativas necesarias (tecnologías y
software). Todos ellos antepusieron la solución a los problemas antes que
preocuparse por la remuneración.
En
opinión de los entrevistados, la pandemia demuestra la necesidad de contar con
reservas estratégicas, tanto de productos acabados como de materias
primas necesarias. Se necesitaría un plan acordado con la industria para
garantizar estas reservas.
En
algunos casos, se destaca la disposición de plantas de fabricación en el propio
territorio español y el incremento de producción realizado en estas
plantas.
Se
señala, además, la iniciativa y facilidades de una buena parte de
la industria farmacéutica para poner en marcha ensayos clínicos relacionados con nuevos
tratamientos frente a SARS-CoV2. En esta línea, se considera imprescindible fortalecer la I+D
en el desarrollo de nuevos medicamentos antiinfecciosos, tanto antibióticos como antivirales.
El
actual sistema de formación continua del personal médico mediado
por la industria farmacéutica está en entredicho. La formación médica continua
debe integrarse mejor con los objetivos asistenciales y de investigación de los
centros, con plena garantía de independencia y transparencia. La experiencia de
la pandemia brinda una oportunidad para reconducir la relación del sistema
sanitario y los profesionales con la industria farmacéutica, que se sigue
entendiendo necesaria.
PRINCIPALES CONCLUSIONES
El
estudio señala, entre otras, las siguientes conclusiones:
Lecciones aprendidas.
El enorme esfuerzo realizado por el sistema sanitario español frente al COVID-19
ha salvado muchas vidas humanas. Nunca antes la sanidad española se había visto
tan comprometida. El sistema sanitario ha sabido reaccionar con
profesionalidad, con creatividad y, sobre todo, con enorme generosidad. Son
muchas las lecciones aprendidas y muchos
los cambios introducidos. Lo más importante ahora es evaluar con mayor sosiego
lo realizado, para consolidar los aciertos y también aprender de los errores.
Una evaluación que ha de producirse a todos los niveles del sistema: hospitales
y áreas de salud, a nivel autonómico y a nivel nacional.
Profesionalidad.
Los profesionales sanitarios han demostrado su enorme competencia, más allá de
sus propias profesiones y especialidades. Su deseo y capacidad para colaborar y
resolver problemas cuando disponen de la autonomía que requieren y demandan
desde hace muchos años. Se ha comprobado la capacidad de los centros de salud y
hospitales para adaptarse, de manera rapidísima, a incrementos exponenciales de
demanda. Y también se ha demostrado que hay mucha actividad y tareas que pueden
evitarse, o realizarse de manera más eficiente y a distancia, sin menoscabo de
la eficacia y la calidad del servicio.
Rediseño y transformación. Existen transformaciones pendientes en el sistema
asistencial, aceleradas durante la pandemia, y que ahora deberían incorporarse
de manera más ordenada, como son: el rediseño físico y funcional de los
hospitales, los circuitos rápidos de alta resolución, una atención primaria
reforzada y más resolutiva, la normalización en el uso de las tecnologías
digitales y disruptivas, o la renovación tecnológica.
En su conjunto, los diferentes Servicios
de Salud y los propios centros han podido trabajar en un marco
de mayor flexibilidad,
por la propia excepcionalidad de la situación. En este contexto se ha podido
apreciar que se ha hecho un uso responsable de este marco
más desburocratizado y ágil en la toma de decisiones,
contrataciones etc., lo que induce a apoyar la adaptación del sistema al uso de
instrumentos propios, menos rígidos que los actuales, sin perjuicio de la
transparencia y la evaluación de resultados. En
concreto, la lucha contra la pandemia ha requerido de una amplia ‘flexibilidad organizativa’, para reubicar
recursos profesionales, reorientar funciones o crear nuevos dispositivos a
partir de otros que no eran necesarios. Esta capacidad, que ha sido posible a
partir de una situación de alarma, debería permanecer hacia el futuro. Las organizaciones sanitarias necesitan poder
repensarse y reorganizarse de forma continua,
todo ello manteniendo la adecuada coordinación global de los servicios
sanitarios.
La práctica de cooperación
activa entre servicios clínicos, niveles asistenciales y centros
hospitalarios, que se ha dado durante la pandemia, refuerza la necesidad de
impulsar modelos colaborativos y multidisciplinares, como parte importante de la transformación en el modelo asistencial actual, un
impulso que en muchos casos se puede ver coadyuvado por las nuevas tecnologías
de la información.
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Hasta
aquí este resumen del estudio. Solo queda señalar que el trabajo de campo y las
entrevistas ‘en profundidad’ se realizaron entre el 4 y el 15 de mayo pasado,
con una duración media de 40-45 minutos.
Tanto
el estudio completo
como un resumen de los mensajes clave a partir de los principales hallazgos y conclusiones, pueden encontrarse en la página Web de la Fundación
Signo.
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